Qué bueno sería que las chicas de la oficina llegaran así vestidas para contrarrestar el calor sofocante de Panamá. Con ese tipo de atuendo de seguro se acabaría con el ausentismo laboral de los obreros. Yo, al menos, le rogaría: ¡Oye mamacita, tírame un beso que me dure hasta el lunes!