Nos estamos autodestruyendo. En vez de proteger la vida humana, a pesar de cualesquiera adversidades, hemos enrumbado por una senda de violencia que cada día cobra más vidas humanas, de panameñas y panameños, sobre todo a edad temprana.
Según cifras recientes de la Contraloría General de la República, en comparación con las cifras del año 2005, la violencia es ahora la segunda causa de muertes en nuestro país, luego de los tumores malignos. Mueren más personas a causa de hechos violentos, que a causa de enfermedades del corazón, por ejemplo. ¡Un incremento de 12%!
Estamos hablando como promedio de entre 4 y 5 personas, sobre todo entre 20 y 40 años, que diariamente fallecen como resultado de hechos violentos. Una vida humana que deje de existir es lamentable; que ello suceda por violencia es trágico; que estemos hablando no de una vida, sino de más de 20 vidas humanas a la semana, es inconcebible; esta cultura de la violencia debe llamarnos a una profunda reflexión, y a iniciar una cruzada por la vida, por la paz, por la unidad de la familia panameña.
Es cultura de la violencia se refleja también en el énfasis sobre las noticias que vemos, leemos y escuchamos a diario a través de los medios de comunicación. Nos debemos preguntar por qué los medios asignan tanta importancia a lo violento; es debido al famoso "rating", es decir, ellos ofrecen lo que más pedimos, y consideran con fundamento que pierden oportunidad ante la competencia si no lo hacen; pero los medios deben ser más responsables socialmente y ponerse de acuerdo para impulsar una cultura por la paz.
De otro lado, debemos fomentar el surgimiento de nuevos líderes que orienten con su ejemplo, para impulsar esta cultura de la paz; y, uno de los grupos con mayor responsabilidad es el de los padres de familia; las madres y padres, que son los principales responsables en involucrarse para evitar situaciones lamentables; también nuestra Iglesia y nuestros profesores. Finalmente, están nuestras autoridades, llamadas a proteger nuestra vida y honra, quienes deben ejercer sus funciones con mayor firmeza.