|
Ni el deporte ni el arte son valores que nuestra juventud tiene como baluarte. Y es así porque los adultos tampoco están enseñándole eso a los muchachos. Todo lo contrario, la gente adulta está comunicando otro tipo de valor a los chicos, y les dan como referencia vicio, parranda, disipación y sexo.
Los muchachos prefieren las discotecas que las pistas de carreras. Prefieren la droga que un pincel o papel y pluma. La música es para ellos desahogo para sus apetitos, y no alimento para el alma, y por eso buscan la más estridente y sin contenido.
Nuestros atletas, sobre todo algunos de los más destacados, no son vistos como héroes por la muchachada. Todo lo contrario, sus héroes son aquellos revoltosos y maleantes, quienes más ruido haga en la clase, el que más peleas callejeras ha ganado y hasta el que escapa mejor librado de la Policía.
En estas circunstancia viene subiendo el relevo generacional. Y los adultos se quedan mirando sin hacer nada, sin poner el ejemplo para una mejor conducción hacia el deporte y las artes, que siempre han sido la base para la salud de todas las grandes naciones. De no darse un cambio de actitud hacia estos dos campos de la actividad humana, pronto nuestro país será una mancha en el mapa y nada más, porque nuestros jóvenes carecerán de algo muy importante: alma. |
