A pesar de los extraordinarios avances tecnológicos y agrícolas de la era moderna, la antigua y más básica aflicción del hambre sigue con nosotros. Cada día, 840 millones de personas no tienen alimento suficiente. En el sur de Asia, una de cada cuatro personas padece hambre. En el Africa subsahariana, la proporción es más elevada: una persona cada tres.
Uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODMs) es erradicar la pobreza y el hambre. La Declaración del Milenio llama a reducir a la mitad, para el año 2015, la proporción de personas que viven con menos de un dólar por día, y la proporción de gente que padece hambre. La "Cumbre Mundial para la Alimentación" de 1996 también llamó a reducir a la mitad para el año 2015 el número de personas que padecen hambre - un objetivo ratificado en la "Cumbre Mundial para la Alimentación: Cinco Años Después" del año 2002.
Estos objetivos son un desafío, y sólo tenemos doce años más para alcanzarlos. Pero ellos pueden lograrse.
Ellos demandan acción en muchos frentes para incrementar la producción y la distribución de alimentos. Ellos también requieren acción para lograr los otros ODMs, debido a que la seguridad alimentaria está ligada a la educación, la sanidad, la igualdad de género, la sostenibilidad del medio ambiente y el control de las enfermedades infecciosas.
El hambre en gran escala es una afrenta a la dignidad humana y debería herir la conciencia de la humanidad. Las Naciones Unidas siguen comprometidas con el objetivo de derrotar el hambre y la pobreza de nuestro mundo. Quiero urgir a nuestros socios a nivel nacional, regional e internacional, a juntarnos y lograr la voluntad política, los recursos y los conocimientos que son necesarios para ganar la batalla contra el hambre, una batalla tan loable como vital como ninguna otra, en la que el mundo está comprometido. |