Hay gente que no necesita actualizarse. Quizás en este segmento entren personas que nada tienen que ver con tecnología en sus vidas y en sus trabajos, pero créanme, son más los que sí que los que no.
Estamos tan ligados a los avances en materia tecnológica que prácticamente sin lugar a dudas necesitamos retroalimentarnos de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Un médico que no se actualice es un médico muerto; un educador que no aplique nuevas metodologías de enseñanza, prácticamente tira el conocimiento a la basura. Esto es triste y no escapa de la realidad. Lo mismo ocurre con los comunicadores, especialmente con los que tienen que transmitir información diaria de interés público.
En el mundo de los medios de comunicación, muchas cosas han pasado desde que se inventó la imprenta. Como todos saben, nacieron los periódicos. Poco después, la radio y después la televisión.
Imagínense que los comunicadores de hoy trabajaran con una filosofía de redacción aplicada en periódicos de épocas como El Journal, Le Gazette, Le Parisien, entre otros. Hoy día no hubiera habido periódicos. La razón principal es que los sí existen han abierto las puertas a los cambios estructurales de redacción y presentación de la noticias, pero básicamente porque han dado la bienvenida a la tecnología.
El norte del periodismo señala un camino claro. Hay que cambiar para competir. Hay que cambiar para ser mejores que los demás, sobre todo con el periodismo que está cautivando a todo el mundo a través de las redes de la World Wide Web (WWW), un periodismo digital.
Si nos convertimos en seres con mentes enanas moriremos encajonados en una camisa de fuerza en forma de triángulo invertido. El nuevo esquema que se pinta es ofrecer sabor circular; es decir, la estructura que se dibuja en los talleres de redacción tiene forma de barquillo. Una bola con un sabor delicioso que cautive al inicio y después un cono azucarado comestible.
Si le decimos no a las capacitaciones, estamos deciéndole no a nuestro futuro profesional y, si le decimos un sí, convirtamos por arte de magia a nuestro cerebro en una esponja que absorba todos los nuevos cambios. No vayamos a dormirnos por el amor de Dios.
Seamos cada día mejores ciudadanos, pero también mejores periodistas. |