CRITICA EN LINEA 

 

S E C C I O N E S

EPASA EN LINEA

EL PANAMA AMERICA

DIAaDIA EN LINEA

REVISTA SIETE!


primera plana

portada

al cierre

nacional

política

opinión

economía

el pueblo habla

comunidad

provincias

deportes

el mundo

viva

contacto

agenda

sociales

sucesos

 



  OPINIÓN


Otra historia de licor

Por: Hermano Pablo | Reverendo

Eran quince, todos alegres, ruidosos y alborotadores. Salieron a la calle a divertirse. Irrumpieron en varias casas, dejando a su paso mesas y sillas derribadas. Asustaron a un grupo de estudiantes que salían de la escuela.

Volcaron tarros de basura, ensuciaron aceras y paredes, y hasta se metieron en una iglesia e interrumpieron el sermón del pastor Nugal Kdanga de Eldoret, Kenya, África. Por fin la policía, tras tres horas de cacería, pudo detener a los quince borrachos.

¿A qué se debió que este caso hiciera noticia? A que los borrachos no eran hombres. Eran cerdos que por casualidad habían descubierto y bebido un licor casero y clandestino llamado kangara. Eran inocentes animales que contra su instinto natural bebieron el licor de su dueño y, alegrones y divertidos, salieron a la calle e hicieron travesuras que costaron veinte mil dólares en daños.

¿Cuánto daño causa un ser humano cuando se emborracha? Hagamos un inventario. En primer lugar, mata preciosísimas células cerebrales que son irreemplazables.

En segundo lugar, nubla su mente, su capacidad de juzgar, de calcular y de pensar, siendo esto lo más grande que Dios le ha dado.

En tercer lugar, embota su conciencia, que es la luz interior que puede guiarlo por la vida y que le permite distinguir entre lo bueno y lo malo.

En cuarto lugar, pierde la razón, la cual lo distingue de los animales. Al perderla, es capaz de violar a una hija, matar a la esposa o estrangular a la madre, todo a causa del licor.

Además de lo anterior, emborracharse le hace perder la vida eterna. "Los borrachos -dice la eterna Palabra de Dios- no entrarán en el reino de los cielos" (Gálatas 5:21).

Lo interesante es que Dios ama a los borrachos así como ama a todo ser humano, y Él ha provisto una manera de ser libre del vicio: mediante el poder regenerador del Señor Jesucristo. Todo el que busca su ayuda eficaz puede obtener la fuerza necesaria para vencer al demonio del alcohol. No hay que esperar más. Cristo quiere y puede liberarnos.



OTROS TITULARES

"Pancho", Kelly y Afú

Sin embargo, no creo en milagros

Nuestra política

La pobreza urbana

Otra historia de licor

Buzón de los lectores

Ingresos

 


 

  

 

linea
linea gris
 

   Copyright © 1995-2004, Crítica en Línea-EPASA 
Todos los Derechos Reservados