Los Yanquis estaban acostumbrados a las proezas de Mariano Rivera. Pero pocos esperaban la demostración de gallardía que hizo el martes ante Boston.
Cuando los Yanquis lo necesitaron, el panameño respondió, escasas horas después de haber asistido al funeral de dos familiares en su país.
A pesar del desgaste físico y emocional, Rivera se bajó del avión, fue al Yankee Stadium y preservó la victoria de su equipo ante los Medias Rojas en el inicio de la serie por el título de la Americana.
Rivera inició el día con cánticos religiosos, oraciones y lágrimas, tras asistir en Panamá al entierro de un primo de su esposa y su hijo de 14 años, quienes fallecieron electrocutados mientras limpiaban una piscina en una residencia de propiedad del pelotero. Sobre el filo de la medianoche, no obstante, estaba en el montículo, acabando con las esperanzas de Boston de dar vuelta un partido que los Yanquis ganaron 10-7.
"Es la persona más fuerte con la que he jugado en mi vida", comentó el capitán yanqui Derek Jeter.
Con una sola carrera de ventaja y un hombre en base en la octava, el mánager Joe Torre no lo pensó dos veces y llamó a Rivera, quien otra vez cumplió. "Fue duro", dijo Rivera. Agregó que las oraciones de sus familiares y amigos lo habían ayudado a salir adelante. "Quería pitchear", dijo,