Dar los buenos días al llegar a un lugar no le quita a nadie su masculinidad. Saludar es de personas educadas. Lo contrario es calificado como un acto de desprecio o poco importa para con el grupo o personas que no reciben el saludo.
En todas partes del mundo existe este tipo de sujetos que evitan el contacto con la gente. Se creen que pertenecen a un grupo social diferente a los demás, pero lo que no se dan cuentan es que, quiéranlo o no, son del mismo núcleo. La mejor arma para contrarrestar este tipo de desprecio es, una vez el sujeto comete la acción, es decir: "Hola, cómo está usted, le deseo un buen día". De esta forma, la conciencia, que es su peor enemigo, se encargará de recordarle durante todo el día que está haciendo mal.
Así lograremos de una forma u otra que más ciudadanos, no acostumbrados a saludar, le alegren la vida a muchos diciendo: buenos días. Estudios sociológicos demuestran que las personas que se han superado, que viene de estratos humildes, son los primeros que realizan esta mala práctica y ni si quiera voltean a saludar a sus amigos del barrio. Es una tontería ignorar a nuestros hermanos, digamos: ¡Buenos Días!! |