CONSULTORIO MEDICO Efectos a largo plazo de la polio

H.R. Hiller
Estimado Dr. Hiller: Mi padre es una persona muy activa, pero a lo largo del año pasado sufrió un lento declive de su energía y vitalidad que acabó por hacerle decaer. Cuando se dio cuenta de que los estimulantes no mejoraban su situación, habló con el doctor, quien sospechó que mi padre estaba padeciendo las consecuencias tardías de la polio que tuvo de pequeño. ¿Ocurre esto a menudo? ¿Hay algo que pueda ayudarle? Estimado lector: A finales de los años 70, los médicos comenzaron a observar cómo se incrementaba el número de enfermos que, tras haberse recuperado de la poliomielitis en su infancia, mostraban de nuevo síntomas de la misma tales como fatiga, debilidad muscular y dolores en las articulaciones y músculos. A principios de la década de los 80 fue acuñado el término síndrome post-polio para describir esta serie de problemas, que afectan entre un 20 y un 40% de personas que han sobrevivido a la polio. No hay curación alguna para el síndrome de post-polio, aunque con la supervisión médica adecuada su impacto puede ser reducido. La poliomielitis es una enfermedad contagiosa que se contrae cuando el poliovirus excretado del aparato digestivo de una persona infectada es accidentalmente ingerido. La mayoría de las veces esto tiene como resultado que rápidamente se produce un acceso febril y un trastorno gastrointestinal o quizá ninguno de estos síntomas. Sólo el 1% de las veces causa debilidad muscular, y esta variedad paralítica de la infección del poliovirus es lo que comúnmente se conoce como polio. La parálisis sucede cuando el poliovirus se introduce en el sistema nervioso y ataca las células nerviosas llamadas neuronas motoras que hacen posible el movimiento muscular a voluntad. Aproximadamente el 95% de las neuronas motoras se ven afectadas; algunas se recuperan; otras morirán. Cuando una neurona motora muere, las células musculares a las que sirven dejan de funcionar, provocando con ello una reducción en la capacidad muscular. Muy a menudo es en los brazos o en las piernas donde se desarrolla el proceso de debilitación, aunque algunas veces la respiración y el tragar se ven afectados. Algunos enfermos quizá no puedan respirar sin respiración asistida artificialmente, y algunos pueden incluso fallecer. La recuperación en cierto grado de la parálisis inicial tiene lugar en el curso de varios años. Tres procesos contribuyen a esta recuperación: el nervio dañado recupera nuevas células, las neuronas motoras supervivientes desarrollan nuevas ramificaciones que sirven a las células musculares que habían perdido sus suministros nerviosos, y las células musculares crecen para compensar la pérdida de aquellas que ya no funcionan. Finalmente, los enfermos entran en una fase estacionaria, algunos sin que les quede huella alguna aparente de la enfermedad y otros con alguna debilidad residual. Se necesita una década o más después de que la enfermedad se haya estabilizado antes de que el síndrome post-polio sea observado. No hay ninguna prueba definitiva de que se trate de dicho síndrome. La diagnosis está basada en el historial médico del enfermo y causas diversas. Los síntomas más frecuentes son la fatiga, la debilidad muscular, dolor y molestias causadas por el frío, aunque también pueden desarrollarse problemas musculares relacionados con la respiración, el tragar, y el sueño. Los músculos más afectados en el pasado quizá empiecen a mostrar también signos de debilidad y fatiga. El desarrollo del síndrome post-polio es variable, aunque la progresión es generalmente lenta y el enfermo quizá entre en una fase estacionaria que dure un largo período de tiempo. Las actividades que normalmente se hacen sin dificultad alguna, tales como correr, saltar escaleras, caminar o incluso vestirse, quizá empiecen a convertirse en algo gradualmente molesto y difícil. Aquellas personas que no se recuperaron totalmente de la polio son los que más a menudo padecen el síndrome post-polio, e incluso una pequeña pérdida en su funcionamiento muscular puede inclinar la balanza entre su independencia o dependencia para desarrollar una actividad física normal. La teoría más común acerca de las causas del síndrome post-polio es que se debe a que las neuronas motoras se agotan y no pueden mantener activas las conexiones con todas las células musculares a las que ahora sirven. Otros factores a tener en cuenta pueden ser: el crecimiento, el trabajo, y el agotamiento excesivo a que pueden llegar las células musculares; las consecuencias de que las neuronas motoras no se hayan restablecido del todo; y una reducción de la sustancia química acetilcolina que producen las neuronas motoras, la cual es responsable del funcionamiento de la contracción muscular. Una vigilancia adecuada de los enfermos con el síndrome post-polio es esencial para hacer frente a los síntomas y para mejorar la función muscular, o al menos para reducir las pérdidas. Las ayudas a la movilidad tales como abrazaderas, muletas, sillas de ruedas, un escúter, etc., pueden facilitar el trabajo a las saturadas neuronas motoras, músculos y articulaciones. Practicar algún ejercicio o terapia física puede ser de gran ayuda siempre y cuando sean cuidadosamente supervisadas por algún terapeuta familiarizado con el síndrome post-polio. El excesivo entusiasmo a la hora de practicar estos ejercicios parece que reporta más molestias que efectos saludables. Los enfermos deben desechar la idea de que "sin dolor no hay mejoría" y deben aguantarse las ganas de ir más allá de los niveles recomendados. Aprender a progresar paso a paso y a asumir riesgos es de suma importancia para que los enfermos conserven y mantengan todas sus capacidades físicas. Ganar peso puede ser un problema cuando la parálisis residual derivada de la poliomielitis, o del síndrome post-polio, tiene como resultado un decaimiento de la actividad física. Si no se controla el exceso de peso con medidas energéticas, éste se convierte en una dificultad añadida al síndrome post-polio, o bien acelera su aparición. La medicación, a pesar de que tiene un papel muy limitado, quizá ayude a algunas personas con el síndrome post-polio. Analgésicos, fármacos, anti-inflamatorios e incluso algunos antidepresivos quizá contribuyan a controlar el dolor. Los narcóticos calmantes del dolor deben evitarse porque embotan la actividad del sistema nervioso central y quizá empeoren las facultades respiratorias. El fármaco piridostigmina, el cual realza la efectividad del acetilcolina, puede causar fatiga en algunos enfermos. Se encuentra en fase de investigación la posibilidad de que las sustancias conocidas como "factores del crecimiento nervioso" sirvan para estimular el crecimiento de los nervios y de las células musculares. Una sencilla y pequeña investigación para probar los efectos de los campos magnéticos sobre el dolor de articulaciones y músculos en el síndrome post-polio sugiere que este método es digno de ser estudiado más a fondo. En esta investigación donde el control del placebo se llevó mediante dos pruebas "a ciegas", un aparato, magnético o de placebo, fue aplicado sobre las zonas doloridas durante 45 minutos. Basándose en una escala de 1 a 10 puntos, el dolor se redujo de media en cinco puntos en aquellos que usaron el aparato magnético y en un punto en aquellos que no lo utilizaron. Esta investigación llevada a cabo por el doctor Carlos Vallbona, del Instituto Baylor de Medicina, apareció en el número de noviembre de 1997 en la publicación especializada "Archives of Physical Medicine and Rehabilitation". En la primera mitad de este siglo, el pánico a la poliomielitis invadió Estados Unidos, y en 1952 aproximadamente unos 60,000 estadounidenses la padecieron -de los que más de 3,000 murieron. A mediados de los 60, el uso continuado de la vacuna contra la polio redujo el número anual de nuevos casos de polio en el país de más de 20,000 a cerca de 20. En un futuro no muy lejano, la erradicación a nivel mundial del poliovirus quizá llegue a convertirse en una realidad, aunque hasta que llegue ese momento, las medidas para prevenirla deben ser rigurosamente aplicadas incluso en países donde la enfermedad parece que ha sido eliminada. Sólo en Estados Unidos residen cientos de miles de supervivientes de la poliomielitis, e incluso ahora que un nuevo contagio de la polio se ha convertido en una cosa del pasado, no podemos olvidar las necesidades de estas víctimas de ese mismo pasado, muchas de las cuales padecen en la actualidad, o padecerán en el futuro, las consecuencias de la infección del poliovirus del que se contagiaron hace años.
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Sólo en Estados Unidos residen cientos de miles de supervivientes de la poliomielitis, e incluso ahora que un nuevo contagio de la polio se ha convertido en una cosa del pasado, no podemos olvidar las necesidades de estas víctimas de ese mismo pasado, muchas de las cuales padecen en la actualidad, o padecerán en el futuro, las consecuencias de la infección del poliovirus del que se contagiaron hace años.
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