FAMILIA
Prevenir consumo de drogas puede cambiar las cosas

Mathea Falco
Crítica en Línea
Los estadounidenses están profundamente preocupados por la cuestión de las drogas. Las dos terceras partes del público piensa que el consumo de drogas es peor ahora que hace cinco años. La mitad de ellos dicen que conocen a alguien que ha sido adicto a una droga ilegal. Durante los años los estadounidenses han gastado grandes cantidades de dinero para combatir el problema de las drogas. Desde 1980 hemos gastado 290.000 millones de dólares en campañas federales, estatales y locales contra las drogas. Esta suma --unos 20.000 millones de dólares por año-- es el doble de lo que el gobierno federal gasta anualmente en todos los estudios biomédicos, incluso las investigaciones sobre las enfermedades del corazón, el cáncer y el SIDA. La política federal ha sido uniforme: hemos gastado casi todo el dinero en tratar de reducir la oferta de drogas en este país mediante la aplicación de la ley y la interceptación, y, en el extranjero, mediante esfuerzos para eliminar la producción de las drogas. Desafortunadamente, este esfuerzo ha fracasado. A pesar de que desde 1986 se han quintuplicado los gastos federales para medidas de reducción de la oferta, la cocaína es más barata hoy que hace una década. La heroína se vende en las calles a 10 dólares la bolsita, con grados de pureza que exceden el 60 por ciento en tanto que en 1990 ese grado era de menos del 30 por ciento. El principal funcionario de la nación para el control de drogas, Thomas Constantine, administrador de la Agencia de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA), le dijo al Congreso en marzo de 1995 que "la disponibilidad y pureza de la cocaína y de la heroína están en el punto más alto de toda su historia". Y por primera vez los arrestos por posesión de drogas llegaron a la marca de un millón en 1994, un aumento del 30 por ciento sobre los tres años previos. Ante estas estadísticas, muchos han comenzado a preguntarse si alguna vez se podrá reducir la oferta lo suficiente para afectar el consumo de drogas. A pesar de los esfuerzos de Estados Unidos en el extranjero, la producción mundial de opio y cocaína se ha duplicado en los últimos 10 años. El número de países que producen drogas también se ha duplicado, haciendo de las drogas un negocio verdaderamente mundial. La presión sobre un país sólo conduce a más producción en otras partes. Puesto que un solo terreno de 6.500 hectáreas es suficiente para cultivar todo el opio que se consume en Estados Unidos, la posibilidad de que podamos detener la producción de drogas se reduce. Tampoco pueden sellarse fácilmente nuestras fronteras, cuando un solo vuelo de un avión DC-3A puede traer a Estados Unidos el abastecimiento de heroína para un año y 12 camiones de remolque pueden traer cocaína para un año. Es dudoso si cualquier política para cortar la oferta de drogas a Estados Unidos pueda tener éxito jamás. Pero si no se puede frenar la oferta, quizás pueda reducirse la demanda. Tales consideraciones han producido un nuevo interés en la prevención del consumo de drogas, el tratamiento y los esfuerzos comunitarios para organizar a los ciudadanos contra las drogas.
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