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Bogotá, capital mundial del caos

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Por Jacques Thomet
AFP

La vida de los 6,5 millones de habitantes de Bogotá, que viven confrontados día a día al horror de una soterrada guerra civil, se transformó en pesadilla esta semana por el caos dantesco en que se convirtieron los transportes.

"Pasar cinco horas en el carro (auto), cuando normalmente se necesita media hora, sobrepasa todos los límites del entendimiento", exclamó José. Al igual que el resto de 700.000 automovilistas y un millón de usuarios de los transportes públicos, este empleado acababa de vivir una pesadilla.

La conjunción de lluvias y 4.000 obras en las vías públicas, que comenzaron con total improvisación, petrifica el tráfico cada mañana hasta la noche en la capital, cuyas calles están llenas de baches, cada vez más hondos. Es la "capital mundial del caos", tituló el jueves el diario El Espacio. Los baches alternan con multitud de excavaciones y zanjas en la capital de la República, donde el mínimo desplazamiento a la zona residencial, en el norte y centro de la ciudad, exige más de dos horas en tiempo normal en medio de un tráfico apocalíptico.

Este infierno contrasta con la fluidez de la circulación en Medellín, la segunda cs con 2,6 millones de habitantes. La ciudad de "la eterna primavera" se merece algo más que la imagen de un lugar infestado por las actividades de su cartel de droga. Sus numerosos admiradores destacan sus despejadas avenidas, donde no hay basura, en contrapartida con los monstruosos embotellamientos de Bogotá.

"¡Todo el mundo está al borde de la crisis nerviosa!", confiesa Rocío, ejecutiva de una cadena de televisión de la capital, que, sin embargo, no pierde la cordialidad propia de los colombianos.

Los bogotanos poseen un don especial para soportar todos los inconvenientes capaces de hacerles perder su serenidad, que sorprende de entrada a un visitante extranjero. La amenaza de un secuestro -se elevan a casi 2.000 al año- está muy presente en un país donde la guerra civil ya ha costado más de 120.000 muertos en 35 años. La prensa local informó recientemente de varios casos de accidentes de tráfico en los que una vez que el conductor descendía del auto, era secuestrado.

Este temor se ha redoblado por el insufrible laberinto en que se ha convertido Bogotá esta semana debido a los transportes. Una psicoanalista, Camila de Carvajal, alertó el jueves en el diario El Tiempo sobre los riesgos de los atascos para la salud: "Trastornos vasculares, gástricos, úlceras y subidas de tensión".

Además, llueven las acusaciones sobre la municipalidad por su incapacidad para planificar las obras en la avenidas, aunque los habitantes reconocen que hay que rellenar los baches cuanto antes.

Los automovilistas bloqueados se han visto forzados a jugar al gato y al ratón con la policía. Los agentes -imposible de detectar en los cruces para solucionar el tráfico- persiguen a los conductores que infringen los horarios del "pico y placa" (alternancia de los días de circulación en función del número de la matrícula).

El alcalde, Enrique Penalosa, muy criticado por la construcción de 15.000 "bolardos" (mojones anti-estacionamiento) en las aceras, acaba de proponer la creación de peajes en las entradas de la capital.

 

 

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El alcalde, Enrique Penalosa, muy criticado por la construcción de 15.000 "bolardos" (mojones anti-estacionamiento) en las aceras, acaba de proponer la creación de peajes en las entradas de la capital.

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