CUARTILLAS
Quejas
Milciades A. Ortiz Jr.
Mientras hacía fila
para cambiar un cheque en un banco de la localidad, la distinguida dama
que estaba adelante comenzó a expresar quejas sobre situaciones negativas
que se dan en El Valle de Antón.
Imagino que la dama me conoce y sabe el aprecio que guardo por este sitio
turístico, que es producto de las vacaciones de verano que pasaba
allí durante mi niñez. Debo decir que mi padre hacía
cualquier sacrificio económico, para poder ir aunque fuera un mes
al Valle.
Esos días de la década de los cincuenta y sesenta, han
quedado grabados en mi mente imborrable. Por eso tengo una atracción
no fatal hacia el pintoresco sitio de Coclé, al cual debo ir todos
los años porque siento la "necesidad" de hacerlo.
Pues bien. La dama se quejaba de que ahora no hay un médico permanente
en El Valle de Antón. Le comenté que años atrás
esta situación negativa no se daba, pues existían los servicios
de salud todo el día.
"Figúrese que el otro día dos jubilados tuvieron accidentes
y tuvieron que ser llevados de urgencia a Panamá, cuando muy bien
pudieron ser atendidos en el Valle", dijo la dama con seriedad.
No comprendo cómo un sitio con todas las comodidades de una ciudad
moderna, no cuenta con un médico permanente. Allí existe una
población numerosa que es asegurada, y por lo tanto merece buena
atención de salud.
Las instalaciones físicas del Centro de Salud son adecuadas, lo
que falta es acción para decidir nombrar a un médico permanente
en ese sitio.
Otra de las quejas fue sobre los enormes camiones de motores diesel que
permanecen rato estacionados en sitios públicos, con el motor andando.
Tal vez esto no gaste mucho combustible, pero constituye una contaminación
ambiental, ya que los gases tóxicos los reciben las personas que
transitan cerca.
Algunos conductores alegan que sus camiones son refrigerados y por eso
no pueden apagar los motores. Pienso que hay que instalar aparatos de filtros
en los escapes, para evitar el humo negro y mal oliente que despiden esos
vehículos estacionados.
También se podrían instalar los escapes elevados, varios
metros del suelo, para que el humo no llegue a las caras de los transeúntes.
De esa manera todos quedarían contentos.
La tercera queja sobre El Valle de Antón es la poca educación
que tienen algunos jóvenes del lugar, en cuanto a la basura se refiere.
Relató la dama que es frecuente que muchachos escolares se vean transitando
hacia sus casas, lanzando toda clase de desperdicios a las calles, lo que
contamina el ambiente y afea el lugar turístico.
Esto es cuestión de educación y ocurre en todas partes,
no solamente en El Valle. Cuando visito el lugar y camino por el sendero
que conduce a El Macano, detrás de El Valle, la trocha está
llena de envolturas de bebidas gaseosas, latas, hasta "pachas"
de licor, y bolsas de plástico.
Todos esos productos son difíciles de podrirse y duran muchos
años sin que los absorba la naturaleza. Por tanto, constituyen un
peligro para la ecología, ya que pueden contaminar la tierra, las
aguas y afectar a animales y personas.
Y no me vengan con el cuento de que por que se trata de gente humilde,
"cholos", es que son sucios. Eso no es verdad, ya que la educación
y los buenos modales no tiene que ver con años de estudios ni instrucción.
En otro aspecto, también he recibido quejas de que en las faldas
de las preciosas montañas llamadas El Gaital, parque nacional vegetal,
hay personas que quieren instalar fincas y casa de veraneo, destruyendo
el equilibrio ecológico.
Pienso que las autoridades deben evitar este atentado contra la naturaleza
en El Valle de Antón y en cualquier otra parte del país.
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