Viernes 9 de oct. de 1998

 








 

 


MENSAJE
Cocaína y nacimientos

Hermano Pablo,
Costa Mesa, California

F
ría, insensible, inexorable, como son todas las estadísticas científicas, la nueva estadística estaba allí. Se habían hecho pruebas en ciento seis mujeres encinta que se prestaron voluntariamente. La mitad de ellas, cincuenta y tres, habían usado cocaína durante casi todo el embarazo; las otras, no.

Cuando las criaturas nacieron, las pruebas resultaron claras. De entre las madres adictas a la cocaína, un 35 por ciento de los niños tenían defectos en el corazón, la cabeza pequeña, problemas respiratorios y, lo que es más triste, signos evidentes de retraso mental. La cocaína había hecho su trabajo.

La drogadicción es el fantasma blanco de la segunda mitad del siglo XX. Si este siglo, que ya está terminando, le entrega al siglo venidero su adicción a las drogas, no hay ninguna esperanza para una recuperación de la sociedad.

La droga que se usa actualmente ya no es solamente aquel producto natural que se extraía de las plantas. Hoy día se está produciendo cocaína y heroína en forma sintética. Y estos productos son terriblemente poderosos y adictivos. Se sabe además que la droga, tal como el alcohol, causa daños irreversibles en el cerebro y en los nervios. Si la humanidad no abandona el uso de las drogas, causa daños irreversibles en el cerebro y en los nervios. Si la humanidad no abandona el uso de las drogas, puede ocurrir aquello que vaticinan los escritores de la ciencia ficción: un regreso a la bestialidad. En el sentido moral ya está ocurriendo.

En cada país del mundo civilizado hay familias enteras que son adictos a las drogas. Padres e hijos, madres e hijas, niñas y adolescentes, viven a la par en el humo gris del estupefaciente.

La palabra "narcótico" que es el nombre genérico de las drogas viene del griego narkotikos, que encierra la idea de sopor, adormecimiento, somnolencia, estupefacción. Qué pasará en la humanidad cuando el 50 por ciento de ella sufra este amodorramiento permanente?

No podemos rescatar al mundo entero de las garras del narcotismo, pero siendo nosotros mismos ejemplo, podemos ser guía cuando menos para nuestros propios hijos. Salvemos a nuestros hijos del poder de las drogas. Una experiencia espiritual dinámica puede contrarrestar la fuerza de la drogadicción. La entrega total del señorío de Jesucristo produce esa experiencia. Entreguémosle nuestra vida a Cristo.

 

 

 

FARANDULA
Laura Pausini
con nueva producción.


 

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