Era un joven inteligente y trabajador, cuando sus padres le consiguieron el humilde puesto de portero en un juzgado. Todo un nuevo mundo de experiencias se abrió ante los ojos del jovenzuelo, quien le puso “amor” a su trabajo y se ganó el aprecio de sus jefes.
Algunos de ellos le aconsejaron que pensara en su futuro y se dedicara al Derecho. Y le prestaron viejos libros de leyes, que el joven leyó con entusiasmo.
Poco a poco conoció los detalles de la administración de justicia panameña. Se codeó con conocidos abogados, quienes también lo estimularon a estudiar leyes, dado su entusiasmo por las cuestiones judiciales.
Con pocos balboas pagó la matrícula universitaria, y todas las noches hacía el “sacrificio” de estudiar para tener un mejor futuro.
Su experiencia en la vida real de la administración de justicia (gracias a su trabajo en el juzgado), lo hizo destacarse entre los otros alumnos.
Y pasó el tiempo y al joven lo ascendieron en su trabajo. En la Universidad se graduó con excelentes notas. Llegó a ser jefe del despacho donde comenzó como portero. Eso lo llamaron “carrera judicial”.
El joven fue un vivo ejemplo de lo positivo que era hacer “carrera” dentro del mismo trabajo, con los estudios respectivos.
No se contentó con la licenciatura y estudió postgrado, con mucho sacrificio. En el trabajo se convirtió en un experimentado Juez, respetado por todos.
Luego de veinte años de trabajar en el Organo Judicial, con títulos superiores, nuestro joven todavía ambicionaba más. Quería ser magistrado de la Corte Suprema de Justicia panameña.
Tenía todos los requisitos para ese importante cargo. Pero... no contó con la existencia de la politiquería criolla. Tampoco con los desaciertos de mandatarios como el Toro y Mireya, etc., quienes convirtieron los puestos de magistrados en botín político... para dárselos a sus amigos y copartidarios.
No importa si esos sujetos son ilustres desconocidos en materia de administración de justicia. Que no sepan los detalles del Organo Judicial; que no tengan mayores estudios ni experiencias, etc.
Al cesto de la basura de las buenas intenciones fue echada la Carrera Judicial, que tanto costó promover en Panamá. También se echó al cesto de las suspicacias, la rectitud de la Honorable Corte.
Todo esto por culpa de unos intereses politiqueros, que solamente ven en los cargos públicos una manera de premiar a amigos y copartidarios.
Lo que he mencionado hoy es realidad y no cuento. Muchos personajes existen en el Organo Judicial y el Ministerio Público, que se merecen el ascenso de ser nombrados Magistrados y Procuradores, etc. Pero los dejan de lado por la politiquería.
Después no se quejen cuando el pueblo panameño tenga duda y mala percepción de instituciones que deben ser muy serias, como la Corte, etc. |