Sostener en vivencias los supremos ideales motivos de nuestra acicateada vida, nos llevan al cumplimiento de los postulados sacrosantos que anidan en las interioridades del alma, plasmados y autenticados en la Carta Magna, explicativa de los Derechos Universales del hombre.
Panamá es una de las repúblicas más pequeñas del continente con la inigualable fuente de riquezas, el Canal de Panamá. Pero el caso que acalora mi interés y entusiasmo es el dedicarle a mis hermanos kunas este trabajo, grupo autóctono que se han incorporado en gran medida al desarrollo de la patria, subiéndose al flamante carro de triunfo de la esplendorosa civilización.
Cubriendo las áreas apartadas del Archipiélago de San Blas, Alto Bayano y el Valle del río Chucunaque, entre los medios pluviales, las selvas y montañas, han roto algunos los prejuicios en pos del encuentro de las sorpresas que nos trae el huracán portador de los conmovedores acontecimientos distintivos de los hechos que estremecen el diario vivir.
Las adversidades del ambiente natural y las contrariedades en la consecución de los recursos económicos, han consistido básicamente en las comatosas y dolorosas dificultades de sus vidas. Cuentan con el territorio insular y una franja de tierra firme, otorgada por ley como reserva indígena donde son aplicadas sus costumbres y leyes con sistema político propio designado en la Carta Orgánica, refrendado por el Ejecutivo.
Esto da lugar al olvido de que son objeto los nativos habitantes de estas regiones relegadas y olvidadas a su propia suerte. La Comarca de San Blas fue creada por la Ley 2 del 16 de septiembre de 1938 y declarada reserva indígena por la Ley 20 del 31 de enero de 1957. Realizando la prudente observación de significativa apreciación, considero que deben haber reservas en los países grandes, pero en el nuestro proporciona el saber desagradable de la proscripción, hereditaria de todos los vicios de cesación de compromisos.