No se han sanado
las heridas
Antonio Pérez M.
Crítica
en Línea
Hoy,
muchas lágrimas brotarán en Panamá. Los
corazones adoloridos de los familiares de 11 oficiales fusilados
a mansalva tras rendirse al fallar la intentona golpista del
3 de octubre de 1989, recuerdan una de las peores masacres perpetradas
en el país.
Hoy, los padres, esposas y los más de doce huérfanos,
hijos de los militares ejecutados por la intentona golpista del
3 de octubre, se preguntan: ¿se habrá hecho justicia?
Una década después, sólo el ex mayor
Heráclides Sucre, uno de los responsables de la llamada
Masacre de Albrook, permanece en cárceles panameñas.
Manuel Antonio Noriega purga una condena en Miami, mientras que
otros condenados por esas muertes, como Gonzalo González,
Asunción Gaitán y Evidelio Quiel, están
refugiados en Cuba, pero ingresan cada cierto tiempo a Panamá.
José Sandoval, padre del capitán Edgardo Sandoval,
considera que a una década de la muerte de su hijo siente
que no se ha hecho justicia. Es misma opinión fue emitida
hace un año por Olga Echevers, madre del capitán
Eric Murillo.
Ambos consideran que sólo toca esperar que la justicia
divina caiga sobre los culpables, que están prófugos
o salieron libres.
Y es que ante estos señalamientos nos hace recordar
una frase dicha por Nubia Gallego, hermana del sacerdote Héctor
Gallego, una de las víctimas del gobierno militar: "El
peor castigo de los asesinos es la conciencia y el señalamiento
de la sociedad".
Uno de los condenados y prófugos en la ejecución
de los militares el 3 de octubre de 1989 es el ex jefe de la
compañía "Los Machos de Monte", Gonzalo
"Chalo" González, quien diez años después
ha expresado sentirse frustrado por no probar su inocencia y
estar escondido por un crimen que no cometió.
Hace algo más de un mes, el entonces mandatario Ernesto
Pérez Ballada-res llegó a indultar a Gonzalo "Chalo"
González, pero la mandataria Mireya Moscoso revocó
ese beneficio.
De acuerdo a un informante, Chalo González en estos
diez años ha entrado a nuestro país, haciéndose
pasar por comerciante extranjero para comprar mercancía
en la Zona Libre de Colón.
A pesar de derogarse el indulto que se le otorgó, Carlos
Carrillo, el abogado de González, interpuso un recurso
ante la Corte Suprema de Justicia, para que se declare nula la
revocatoria de ese beneficio y por ende se extinga la pena de
20 años contra su cliente.
La frustración que siente "Chalo" González
se la ha expresado a su abogado en las pocas veces que han hablado.
"El único crimen que he cometido es el de haber
sido leal a la institución llamada Fuerzas de Defensas",
así piensa "Chalo" González, una década
después del funesto 3 de octubre, según una entrevista
que tuvo con un informante que prefirió reserva de su
nombre.
Lealtad, resalta González, una palabra que casi no
se conocía en las Fuerzas de Defensa debido a la crisis
en la que estaba sumergida desde 1988
Mientras, Rolando Rodríguez, uno de los fiscales que
participó en el equipo del Ministerio Público en
el juicio por los hechos del 3 de octubre de 1989, considera
que la justicia logró condenar a los "culpables,
ahora le tocara a los encargados de investigación policial
detenerlos".
La oficina de INTERPOL en Panamá poca información
mantiene sobre los prófugos.
Una fuente ligada a las altas esferas del poder reinante en
1989, reveló que después del golpe de Giroldi se
estaban programando dos más. El primero incluía
a figuras cercanas a Noriega como Luis Córdoba y Rafito
Cedeño. El otro golpe estaba programado para febrero de
1990 e incluía a oficiales jóvenes, que tenían
algo en común: habían sido alumnos del coronel
argentino Mohamed Alí Seineldín, quien en 1990
liderizaría un movimiento golpista de los "carapintadas"
contra el presidente Raúl Alfonsín.
RELATO DEL 3 DE OCTUBRE
La asonada golpista de hace 10 años se comenzó
a planificar en Namibia por un grupo de jóvenes militares
enviados en una misión de paz de la ONU a esa nación
africana.
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