Soy malo para los crucigramas. Eso me preocupa. Leí que la gente de la tercera edad debe hacer crucigramas para mantener en buen estado su mente. Por eso trato de sacar las cuentas cuando pago en cualquier establecimiento comercial.
Sumar mentalmente no es tan difícil. Me recuerda la primaria, cuando los cálculos nos permitan pasar las temibles matemáticas.
¡Y esos cálculos me han ahorrado sus buenos balboas!
En una farmacia de Volcán mis cálculos impidieron que me dieran mal un cambio. Eran más de diez balboas que perdería...
Aquí en la capital en varios supermercados he salvado mi bolsillo por la manía de hacer cálculos de cuánto debo pagar.
Por lo visto lo que aprendí en la primaria es mejor que las modernas calculadoras de las cajas registradoras.
Una vez cansado de este fenómeno le grité a una cajera: ¡caraste, que curioso es que siempre se equivocan a su favor y nunca al mío!
Por supuesto que vienen las disculpas. Hasta algunas personas se han enojado conmigo, porque piensan que creo que me están estafando.
En un hotel de Penonomé tenían un calendario falso, con un día de más...¡que me querían cobrar a mi!
A veces pienso que porque tengo el cabello blanco, me ven cara de pen...sador. Y me quieren cobrar de más.
El cuento es que se equivocaron en sus cálculos... "Una equivocación la tiene cualquiera", me dijeron en un almacén, el otro día.
Yo respondí molesto. "Sí, qué casualidad que siempre me pasa a mí y no a ustedes".
Así que espero que mi mente no se llene de comején tan rápido. La seguiré ejercitando a cada rato calculando mis gastos. Y esto lo haré en cualquier sitio, aunque parezca el más honesto posible.
Hace semanas, en el mercado de artesanías de El Valle de Antón, dos personas "sumaron mal". Me querían "mochar" nada menos que veinte balboas por comprar algunas artesanías.
Usted podrá pensar que por ser humildes campesinos no saben sumar bien. Pero eso me ha pasado hasta con gente que maneja sofisticadas cajas registradoras.
Sé que no podré jactarme de resolver crucigramas a la velocidad del rayo con mis amigos.
Pero mis cálculos de lo que debo pagar, son correctos.
¡Bobo no soy!