La muerte de tres jóvenes marinos panameños en las maniobras militares de la Operación Panamax para la defensa al Canal, nos debe llamar a todos a una reflexión profunda y los organizadores de este simulacro de guerra le deben una respuesta clara a la opinión pública, porque esta empresa canalera que sirve al comercio y la navegación mundial, no puede seguir siendo símbolo de inmolación de la vida de nuestros connacionales.
Debe aclarar la parte panameña involucrada en estos ejercicios ¿Cuál de los países participantes en la Operación dirigió y planificó los ejercicios de defensa? ¿Quién indemnizará a los familiares de estos jóvenes caídos en el cumplimiento de una misión en la que perdieron sus vida a una edad tan temprana? ¿Le corresponderá al Estado panameño resarcir la parte económica, ya que la vida no se la podrán devolver a sus familiares? ¿En virtud de qué acuerdo o tratado internacional, Panamá participa con los Estados Unidos y otras naciones del continente en la lucha contra el terrorismo? ¿Al asumir el país una posición beligerante, no está involucrando a la vida interoceánica y al territorio nacional en la situación de conflicto del mundo actual, con el peligro de convertirse en punto de ataque, contrario a si se mantiene la tesis de neutralidad del Canal?
En cuanto a los hechos que rodearon la trágica muerte de los tres marinos panameños, es fácil colegir que hubo fallas y por ende tiene que haber responsables.
Cualquier campesino de los muchos que habitan en las zonas ribereñas a los lagos del Canal, conoce de lo riesgoso que es aventurarse en sus aguas donde crece y se reproducen plantas acuáticas que hacen difícil la movilización de un cuerpo, que inmediatamente al sumergirse es envuelto y llevado al fondo cenagoso.
¿Por qué, si se sabía de ese riesgo, y tratándose sólo de un simulacro, no se obvió la acción que llevó a la muerte a estos tres jóvenes?
Muchas vidas se inmolaron en el altar de la Patria en aras de la recuperación del Canal ¿Seguiremos los panameños trillando por esa senda tortuosa?