La personalidad, el carácter y temperamento influyen en la actitud y comportamiento del niño y la niña.
La personalidad es lo que conocemos como la apariencia y el ser verdadero interno. Constituye la identidad, cualidad y características físicas e intelectuales del individuo y sobre todo, es el estilo y la diferencia individual o lo que diferencia a una persona de las demás. Por otro lado, el carácter es el modo o manera de ser, reaccionar y sentir de una persona.
Científicamente se ha comprobado, que el temperamento es la base biológica del carácter; por lo que estos dos elementos unidos y enlazados, juegan un papel preponderante en los niños y niñas para que en el presente y futuro tengan excelentes relaciones humanas o una buena convivencia con los que están a su alrededor.
Aseguraba Erik Ericsson, en su teoría del desarrollo social y emocional del individuo, que los niños y niñas que obtienen buenos cuidados durante su infancia, crecen seguros y adquiere la confianza que necesitan para desarrollarse normal y saludablemente.
Los problemas, conflictos familiares, inestabilidad (pasar al niño o niña de un pariente a otro para su cuidado o a diferentes personas), agresividad y violencia dentro de la familia, influye en el carácter, conducta y comportamiento de ellos; lo cual muchas veces, repercute posteriormente negativamente en la convivencia o ambiente social en que se desenvuelven.
También es muy importante que los padres de familia que trabajan fuera del hogar vigilen el proceder de sus hijos. Deben conversar con ellos, observar sus reacciones, estado de ánimo, humor, si actúan agresivamente, distraídos, cohibidos o distantes. Porque pueden ser alterados por terceras personas ajenas al hogar.
Organismos internacionales han señalado que el niño y la niña tienen derecho a aprender; por lo que se debe supervisar que tengan una buena enseñanza y aprendizaje en conducta, actitudes y modales. Igualmente que tienen derecho a expresarse libremente. Procurar que jamás sean transformados en seres con temperamentos coléricos o melancólicos. Los niños y niñas deben estar sanos físicas y mentalmente; y deben sentir que están en un hogar o lugar donde pueden estar seguros y confiables. Los padres de familia deben procurar y asegurarse de que sus hijos tengan el mejor ambiente para crecer y desarrollarse de una manera saludable, libre y normal.