La cultura panameña puede ser definida como una gran colcha donde se han fundido cientos de formas diferentes de ser y hacer. Los indígenas prehistóricos, los españoles que llegaron después, la negritud, la marea de inmigrantes de todas partes del mundo que han poblado diversas comunidades en el país. Toda su manera de ser se ha mezclado en el crisol que es Panamá.
Desconocer esta situación nos puede llevar a confundir lo que somos. Creer que la pollera, el tamborito, el sombrero pintado y las molas son la única expresión de lo panameño, es equivocar el camino. Hay mucho y muy diverso en la superficie y el fondo de la panameñidad.
Hay que aprender a contemplar este hermoso panorama en toda su extensión, sin cortapisas, sin descartar nada.
Algún académico dijo alguna vez que la cultura panameña es tan grande y poliforme, que hasta se puede decir que no esta definida, no tiene inicios ni finales, ni se le puede clasificar en una dirección o con un color. Esa bola sin pie ni cabezas es, precisamente, la cultura en Panamá, decía el experto.
Tal vez tenga razón. Tal vez no. Descubrir los matices, los contornos, la totalidad de lo que realmente somos es urgente ahora que se avecina el centenario de la república. |