La seriedad y la tranquilidad en el segundo piso del Aeropuerto Internacional de Tocumen, se vieron interrumpidas ayer, aproximadamente a las 11:45 a.m.
El aeropuerto estaba más lleno que de costumbre, había muchas caras conocidas entre sí que tenían el mismo fin: esperar a la delegación completa de Olimpiadas Especiales, que viajaría rumbo a Shangai, China, para participar en los XII Juegos Mundiales de Verano.
Aquellos que esperaban con las manos sudadas, con cartelones y una sonrisa nerviosa, eran los padres, amigos y familiares de los atletas a quienes no veían desde el pasado viernes, cuando iniciaron la concentración.
DESDE TEMPRANO
En los dormitorios del INDE, la emoción se hizo sentir desde temprano. Todos los atletas tenían sus maletas listas desde el primer día de la concentración.
Todos se levantaron, se bañaron, desayunaron y siguieron las instrucciones al pie de la letra para que el viaje hacia el aeropuerto fuera lo más rápido posible.
Mientras estaban recogiendo las maletas y se alistaban para abordar el autobús, recibieron la visita de algunas autoridades que les desearon el mayor de los éxitos en las pruebas.
Durante todos esos días, estuvieron lejos de sus padres, sólo al cuidado de los doce entrenadores que viajarían con ellos. Por eso, los padres se acercaron a las instalaciones de los dormitorios para verlos aunque fuera desde lejos.
EN EL CAMINO
Toda la delegación, que está formada por 58 personas, subió a un autobús de lujo para trasladarse hasta el aeropuerto.
Cuando llegaron allí, la cantidad de atletas especiales llamó la atención de propios y extraños, mientras que le abrían paso a la delegación completa.
Los organizadores y directivos empezaron a coordinar todo lo referente a los pasajes de la delegación, que viajaría en el vuelo 2190 de American Airlines.
LA ESPERA
Mientras los representantes de la delegación se encargaban del papeleo, los entrenadores acomodaron a los atletas en la escalera principal para la foto del recuerdo.
Los padres no resistían la emoción y se acercaban lo más que podían a sus "retoños", para darles besos, abrazos, y desearles buena suerte.
Los ojos de los atletas y de los padres tenían un brillo especial, y lo más curioso de todo fue que quienes lloraban eran los padres, porque los atletas tenían sonrisas de oreja a oreja mientras se despedían de todos.
LA DESPEDIDA
Finalmente, a eso de las 12:30 m.d. llegó el momento que tanto añoraban los atletas, y los padres se alejaban con el pensamiento de la partida.
La voz de mando de los entrenadores era la que resonaba dentro del recinto cuando llamaban a los atletas por delegación, para llevar orden y control.
Todos, sin excepción, hicieron caso y fueron hacia la zona de tránsito para esperar la hora de salida, unos en silla de ruedas, otros con ayuda y algunos caminando.
En ese momento, las lágrimas empezaron a brotar de los ojos de los padres, quienes no podían creer que se fueran a separar de sus hijos por casi quince días, y lo más preocupante: lejos de Panamá.
NORMALIDAD
Después de que todos los atletas pasaron por la zona de tránsito, la calma regresó nuevamente al aeropuerto, pues durante media hora se escuchaban muchas voces a la vez.
Ahora, sólo queda esperar que la delegación completa termine el recorrido hacia Shangai, que incluía Miami-Chicago-Shangai.
Los 44 guerreros llegarán a tierras asiáticas el 28 de septiembre en horas de la mañana para descansar y ambientarse al clima antes de que se inaugure el evento mundial.
¡Buena Suerte!