REFLEXIONES
Corredores Norte y Sur: La segunda etapa

Por Carlos Christian Sánchez C.
Relacionista Internacional
La curiosidad por conocer las novedades arquitectónicas nos llevó a utilizar la autopista mexicana de I.C.A. El Corredor Sur, junto con su imponente tramo marítimo, asombraron a los incautos ciudadanos panameños que viajaron, por primera vez, en sus lozas de concreto. Con una longitud de 20 kilómetros, cuatro carriles paralelos y una efectividad de 15 minutos, la estructura agiliza el tránsito entre las barriadas aledañas al Aeropuerto de Tocumen y la lujosa urbanización de Punta Paitilla. En el autobús, un citadino me decía que al ver los edificios y mansiones de Coco del Mar, se repetía las imágenes postales de Miami Beach. Quizás estas opiniones iniciales de los panameños hicieron muy felices a los ingenieros y empresarios mexicanos de C.I.A., algo que comprobé en una recepción con motivo de la Independencia del país norteño. Empero, una dura prueba de fuego se acerca para los constructores de los Corredores Norte y Sur. Esto es la continuación de sus proyectos, la segunda etapa. Vale la pena analizar esto, porque en unos cuantos meses o años, se requerirán estos empalmes vehiculares, ante la creciente de automovilistas en la ciudad metropolitana. La magnitud de la continuidad de los corredores viales, representa todo un dolor de cabeza para los empresarios que acometan estos proyectos. En el caso del Corredor Norte, la segunda parte requiere un sacrificio enorme en San Miguelito, puesto que varias urbanizaciones deberán ser demolidas. Debido a que el tramo vehicular pasa por la zona densamente poblada del distrito; es posible que centenares de familias panameñas deban ser desalojadas, causando ciertos problemas de pagos por tierra, dispuestas con los ciudadanos y hasta roces con las autoridades nacionales. Comprobemos lo siguiente: los once kilómetros de la autopista capitalina no sirven de nada mientras no se conecten los 12 kilómetros restantes que comunican con las barriadas de las afueras como Pedregal, 24 de Diciembre, Tocumen y Felipillo. En ellas hay unas 250 mil personas que viven en dichos lugares. Potenciales clientes de los corredores. Pero la concesión de una carretera desde la entrada de Ojo de Agua-Tinajitas hasta Mañanitas, finalizando detrás del Hotel Riande Aeropuerto, permitiría conformar el "Cordón de Circunvalación Vial", en torno a la Ciudad de Panamá. Este sistema de carreteras periféricas hace que los conductores eviten las aglomeraciones de la urbe capitalina; mientras que un camionero en Pedregal quiera evitar los problemas de tránsito en el Centro Urbano, para llegar hacia Zona Libre, los puertos canaleros y la Costa Atlántica, puede éste usar la segunda etapa del Corredor Norte, conectándose luego con la nueva Autopista Panamá-Colón para continuar hacia su destino. Otro caso sería la continuación del Corredor Sur. En los diseños efectuados con anterioridad a 1995, se planeó una conexión entre el Puente de las Américas por medio de una carretera costanera, desde El Chorrillo, pasando por la Bahía de Panamá, por medio de otro sistema de puentes marinos, hasta llegar al primer tramo de la maxipista mexicana en Punta Paitilla. Así, un comerciante o un ganadero del Interior, apresurado para tomar un vuelo nocturno hacia el extranjero, lograría llegar a tiempo a la pista de Tocumen gracias a complemento vial del Corredor Marítimo. El Gobierno Panameño de la Señora Mireya Moscoso ya ha anunciado sus intenciones de concretar las comunicaciones vehiculares entre los puntos neurálgicos de la Ciudad de Panamá. Vienen otros proyectos, por concesión administrativa, como el Segundo Puente sobre el Canal Interoceánico, la carretera que unirá los dos corredores, además de la construcción y manejo de sus sistemas de Metros Urbanos por monorriel. Por ello, el tiempo apremia para el mejor postor y la ventaja la tienen los consorcios mexicanos que ya han demostrado su respuesta innovadora en construir carreteras en el suelo panameño.
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