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 Sábado 25 de septiembre de 1999


Segundo día de violentas protestas en Yakarta

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Agencias
Internacionales

Miles de manifestantes protestan desde el jueves contra la adopción de una ley sobre la seguridad exigida por la jerarquía militar, pero considerada por amplios sectores de la población y de la clase política como contraria a la democracia y a los derechos humanos.

Los incidentes que se prolongaron toda la noche y proseguían este viernes en la mañana, habían provocado, según diversas fuentes coincidentes, por lo menos 90 heridos hospitalizados, algunos de ellos en estado grave.

Violentas protestas se registraron ayer en esta capital por segundo día consecutivo, al enfrentarse la policía antimotines con airados manifestantes que protestaban por una nueva ley que da a los militares poderes para coartar las libertades civiles.

Tres personas murieron y 115 resultaron heridas desde el inicio de las protestas el jueves en la mañana, dijeron funcionarios de hospitales.

Uno de los muertos fue un agente de policía que murió al ser atropellado por un vehículo.

Alrededor de 500 policías antimotines ingresaron a la universidad católica Atma Jaya, disparando gases lacrimógenos y balas de goma contra estudiantes que habían ocupado los predios universitarios.

A primeras horas de la tarde los manifestantes se habían desplazado a la avenida Sudirman, la principal avenida de Yakarta, y se dirigían hacia el centro de la ciudad.

Los estudiantes protestaban por la nueva ley, que muchos temen permita a las fuerzas armadas aprovechar de la crisis en Timor Oriental y otros focos de tensión para tomar control del país.

Las universidades fueron el centro de protestas el año pasado, que condujeron al derrocamiento de Suharto, el caudillo militar que gobernó el país durante 32 años.

Soldados de la fuerza multinacional de paz detuvieron ayer al cabecilla de una milicia que desató una ola de violencia en Timor Oriental y registraban ayer casa por casa en busca de más milicianos, al tiempo que surgían informes según los cuales aldeas enteras en el interior del territorio habían sido incendiadas y sus habitantes expulsados.

``Deberíamos festejar el nacimiento de una nación independiente, pero en lugar de ello asistimos a un bautismo de sangre'', dijo Amnistía Internacional.

La organización dijo que el ejército indonesio deportó a decenas de miles de personas de Timor Oriental, y que durante su retirada sigue incendiando casas y campos para castigar a los timoreses por su independencia duramente conquistada.

Las llamas consumieron ayer la residencia colonial del gobernador, uno de los edificios más imponentes de Dili y uno de los pocos que quedaban intactos en una ciudad que antes tenía 120.000 habitantes.

Decenas de personas festejaron la partida de las fuerzas indonesias cuando abandonaron uno de sus cuarteles más grandes en Dili y abordaron un buque.

``Somos felices porque se van. Mataron a tantos de nuestro pueblo durante tantos años'', dijo Alfredo Soares.

El ejército dijo que entregará formalmente el gobierno de Timor Oriental el lunes a la fuerza comandada por Australia.

Pero ayer las tropas extranjeras hicieron un despliegue de fuerza para demostrar que dominan la situación.

Unos mil efectivos acompañados por transportes blindados y helicópteros bloquearon el acceso a un sector de varias manzanas y lo rastrearon en busca de los milicianos que participaron en la destrucción de Dili.

``Con los disparos e incendios, podía existir la impresión de que no había orden. Les aseguro que no es así'', dijo el teniente coronel Nick Welh, el oficial australiano que comandó la operación.

Dijo que ``varios milicianos acérrimos'' fueron detenidos y sus armas incautadas, pero no dio detalles.

Horas antes la fuerza de paz anunció la detención de un miliciano conocido, una medida para enviar un mensaje a los que pretenden sembrar el caos.

"No pueden ocultarse, llegó la justicia", dijo el mayor Chip Hendriss-Anderssen.

Fuerzas filipinas y canadienses llegaron ayer, elevando a más de 3.000 el número de efectivos. Se prevé que la fuerza de paz tendrá un total de 7.500.

Pero no se pudo enviar un convoy con alimentos a la ciudad oriental de Boca por falta de hombres suficientes para protegerlo.

 

 

 

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