Las madres muchas veces no saben qué hacer cuando los niños pequeños comienzan a bombardearlas con toda clase de preguntas.
Es común que ellos quieran saber el por qué, la razón de ser de lo que acontece en su alrededor.
¿Por qué no llueve para abajo? ¿Por qué el sol no sale de noche? ¿Por qué las patas de los pollitos sólo tienen tres dedos? ¿Por qué los peces no se ahogan?
¿Cómo nacen los bebés? ¿Por qué no vemos a Dios? Preguntas como esas y otras sobre lo que ven, oyen y huelen salen de sus labios a montones. En un abrir y cerrar de ojos.
La psicóloga Lizeyca Villamil recomienda a las mamás no alterarse, evitar callar al niño y responderle de buenas maneras y en el lenguaje más sencillo posible. Siempre diciéndole la verdad. Si no sabe una respuesta, admítalo, dígale que usted no lo sabe todo, pero que cuando la gente no sabe algo lo investiga. Prométale que buscará la respuesta con otras personas que puedan ayudarla y que se la dirá. ¡Y cúmplalo!
Es importante también, enfatiza la psicóloga, darles respuestas acorde con la edad. Un niño de dos años no necesita respuestas muy elaboradas. Uno de cinco comprende un lenguaje más elevado.
No le explique más de lo necesario pero tampoco lo subestime. No evada el tema, porque puede pensar que preguntó algo malo o se puede confundir.
El manejo de los temas sexuales, raciales, religiosos y de la muerte requieren que sea muy cuidadoso, para no crearle prejuicios ni confundirlo. Busque asesoría siempre que la requiera. Pero, nunca deje de prestarle atención a lo que pregunta su hijo.