Para mí el positivo concurso estudiantil que presentaron por televisión, no fue de oratoria, sino un torneo para recitadores excelentes. El pequeño Larousse define claramente lo que es oratoria y es enunciada como parte fundamental de la retórica, el arte de la elocuencia y que tiene como fin supremo el convencimiento. A Cicerón la historia lo ha señalado como primer orador de Roma, tratándole como un conferencista cuyos discursos fueron modelo para toda la retórica latina y su estilo como el máximo enriquecedor de la prosa del lacio.
La declamación que al arte de ser orador. El esfuerzo es parecido a cuando "pepito" se aprendía la música de las tablas de multiplicar, pero las letras ¡no!. Vean que el castellano determina a la declamación como el empleo de expresiones demasiado enfáticas, que es lo que realmente hacen estos jóvenes. Es más, por la última refundida que le dio el Dr. Ramón García Pelayo al significado de las palabras, me atrevo a plantear que muchos estudiantes ni siquiera declaman, ellos están recitando a cielo abierto.
Recitar está definido por Miguel de Toro y Gisbert, como pronunciar una cosa que se sabe de memoria. Y, la oratoria no es memoria, es muchísimo más. Pero como en Panamá, muchos entienden que las llantas de poco uso, son poco usadas, bien pueda que la oratoria la conozcan como igual a la recitación y que un chino con curso es lo mismo que un concurso chino.
Nuestro idioma está pidiendo auxilio por lo que sería bueno que los concursos de oratoria se dieran como tales, para así emular a grandes disertadores como los doctores: Carlos Iván Zúñiga, Jorge Eliécer Gaitán, Fidel Castro y Jhon Fitzgerald Kennedy.