MENSAJE
Licencia para morir
Hermano Pablo
Costa Mesa, California
Se llamaba Nancy Cusan, vivía
en Estados Unidos y tenía ya ocho años de estar en estado
comatoso. Hacía ocho años había sufrido un accidente
de automóvil, y había quedado sin conocimiento. Se le hicieron
todos los auxilios médicos posibles, pero su cerebro quedó
sin vida.
Después de una larga batalla legal a fin de que se le quitaran
los aparatos que le administraban vida artificialmente, la ley decretó
que podían quitarle los tubos de alimentación y oxígeno.
Y Nancy por fin tuvo la extraña licencia para poder morir. Así
ocurren las cosas en este siglo de portentos tecnológicos y de estados
de alma complejos y confusos.
Esto nos lleva a reflexionar sobre este medio ese temido pero inevitable
evento llamado muerte. ¿Qué es la muerte? El diccionario la
define "cesación definitiva de la vida" En efecto, la muerte
es la privación permanente de nuestra existencia aquí en esta
tierra. Es la terminación irrevocable de nuestra vida física.
Es el fin absoluto de nuestro peregrinaje a través de este mundo.
Pero, ¿será la muerte el final de todo? No. Hay una vida
interna, una vida espiritual, una vida, si se quiere, cósmica, que
la muerte física no puede aniquilar. La muerte física es solamente
la transición de una dimensión a otra: de la dimensión
de lo físico a la dimensión de lo espiritual.
Jesucristo, dirigiéndose a sus discípulos después
de su resurrección, pronunció unas palabras muy interesantes
y a la vez importantes: "Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y
se lo preparo, vendré para llevármelo conmigo. Así
ustedes estarán donde yo esté" (Juan 14:3). Fue después
de eso que El ascendió al cielo.
Muerte es transición. Si hemos aceptado de Cristo el perdón
de nuestros pecados, y si nos hemos sometido al señorío de
Cristo, somos entonces sus discípulos, y sus palabras "voy a
prepararles un lugar" son para nosotros. Siendo sus discípulos,
también las palabras del apóstol Pablo se hacen efectivas
en nuestra vida. Es una afirmación de vida eterna en forma de pregunta
"¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde
está, oh muerte, tu aguijón?" (1 Corintios 15:55).
Para el que está en Cristo, la muerte es una amiga, que nos conduce
a la presencia misma de nuestro Señor.
Aseguremos nuestro lugar con Cristo hoy mismo, coronándole al
El Rey de nuestra Vida.


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