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 Domingo 12 de septiembre de 1999


Nunca es tarde para estudiar

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Antonio Pérez M.
Crítica en Línea

José Agustín Araúz, a los 72 años, logró su título Universitario. Pero para lograr eso que llamamos el resto de los mortales proeza, tuvo que superar problemas económicos, una enfermedad que por poco lo deja ciego, y hasta la muerte de su esposa.

Fueron 45 años de lucha sin descanso, lo que lo convierte en un ejemplo de superación. En la Universidad de Panamá su nombre no es recordado como un hombre de la tercera edad que llega a ser licenciado, sino como quien hizo un trabajo de tesis sobre la mejor manera de privatización de los servicios públicos.

En su trabajo de tesis habla que el INTEL nunca tuvo que ser privatizado y que el IRHE sí, pero se cometieron errores de procedimiento.

Padre de dos hijos y abuelo de dos nietos, logró su jubilación antes de convertirse en licenciado; sin embargo, todavía tiene planes de seguir estudiando y no pierde la esperanza de encontrar una compañera.

LICENCIADO A LOS 72 AÑOS

José Agustín Araúz, acaparo a la opinión pública al convertirse en licenciado a los 72 años. Y al saber que fueron 45 años de obstáculos los que enfrentó para lograr el sueño que todo ser humano se traza en la vida, lo primero que pasa por nuestra mente es que estamos ante una verdadera historia de perseverancia.

Él nació en el distrito de David, provincia de Chiriquí, en el año de 1927, de un hogar de extracto social humilde, y fue en la etapa de su infancia y en la adolescencia donde paso los mejores momentos de su vida, según nos dice.

"Cuando llega la Navidad recuerdo con nostalgia aquellas reuniones familiares en el parque [del pueblo donde se crió],, donde escuchábamos tonadas típicas y aquellas alusivas a las festividades", agregó Araúz.

Las gotas de sacrificios iniciaron en la vida del señor Araúz, cuando culminó su primero ciclo en el colegio Felix Olivares. Se enfrento a dos adversidades: problemas económicos y una enfermedad que le estaba arrebatando la vista.

Esa batalla pudo vencerla, a los 14 años trabajó como cadenero, (ayudante de agrimensor), para pagar una operación en la vista y sufragarse sus estudios. A los 18 años viaja a la capital y a los 27 obtiene su título de Bachiller en un colegio nocturno.

Araúz, antes de ser bachiller, ya era trabajador del gobierno, pero tenía metas, e ingresó a la universidad en 1955. Ingresó a la facultad de Administración Pública y Comercio, como se le decía en ese entonces, y en siete años culminó todas sus materias, y sólo le falta su trabajo de grado.

Se enfrentó a una segunda adversidad: estaba casado, y tenía dos hijos; había que invertir en ellos tiempo y dinero, lo mismo que requería para culminar la tesis.

Pasaron más de 18 años. A pesar de tres intentos para lograr graduarse, Araúz recibe un duro golpe: los planes de estudios habían cambiado y si deseaba ese preciado título universitario tenía que volver al kilómetro cero.

Fue en 1985 cuando José Agustín Araúz a los 57 años, y sin importar que ya casi entraba al grupo de la tercera edad, ingresa nuevamente a primer año de la universidad.

Esta vez las materias las culminó en cinco años, ya no tenía los obstáculos de joven. Sus hijos estaban adultos y contaba con los ingresos económicos para poder financiarse los costos del trabajo de grado.

Pero sucedió lo inesperado, falleció su esposa. Esta, según él, era su más dura adversidad, porque había perdido a la persona que por años fue su estimulo en la lucha de convertirse en licenciado.

Cuando llegó esa parte de la entrevista, Araúz se reclinó en el sofá de su residencia, sus ojos se humedecieron y dijo que "los primeros años fueron duros, pero cuando me repuse sentí que fue su muerte un aliciente para culminar mis estudios universitarios".

En 1998 inicia con su trabajo de grado. El tema, La privatización de los Servicios Públicos. Fue calificado con A, y lo culminó en menos de un año.

En este trabajo plantea como hipótesis que el IRHE debía privatizarse pero se cometieron muchos errores de procedimiento; sin embargo, considera que le INTEL nunca debió privatizarse.

Un día en la vida del licenciado José Agustín Araúz, inicia muy temprano en la mañana. Como si fuera religión, a las doce del medio día se coloca en la entrada de su casa a esperar a su nieto, quien llega de un autobús colegial, para atenderlo y ayudarlo a hacer las tareas.

Es este hombre quien laboró para el gobierno durante toda su vida y hasta llegar jubilarse, quien piensa que todavía hay metas que cumplir. ¡Quiere estudiar ingles!

Es un hombre que no cree en eso de la tercera edad, que así como logró su título universitario, sueña encontrar a una compañera.

 

 

 

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