El tema de la "Ampliación del Canal sin violencia" está de actualidad. La coyuntura mundial nos empuja a afrontar en esta candente ocasión. Millares de hombres en los países en vía de desarrollo, (por ejemplo el nuestro) están amenazados de morir de hambre. Aquí en Panamá, la desesperación los va a arrojar a la sublevación, al paro, a la huelga, al enfrentamiento, etc., como último recurso para reconocer su derecho a la vida y sus derechos de hombres; el miedo conducirá al magnate o poderoso a defenderse como le dé lugar; es decir, para defenderse de la amenaza de los que menos tienen.
Nosotros mismos hacemos las cosas que han de venir agradables o desagradables de conformidad con la idea que ya por adelantado nos hemos formado de ellos.
En verdad, hay ciertamente una clase de personas que si no se hallan en alguna confrontación y alguien les da o les señala un camino para salir de ella, enseguida hacen nuevas objeciones y hallan nuevas oposiciones en el plan mismo que se les propone. Y cuando mentalmente hallan en todo dificultades, no hay duda de que ellos mismos las van "destruyendo" en la realidad. Pasarse la noche cantando sobre posibles fracasos y aún muchas veces insertándolas, no es escasa sino emplea muy malamente sus fuerzas engañando o incitando a los incautos con falsos propósitos.
El tema citado se ha convertido en un "mare magnun funesto". Yo quisiera reflexionar con ellos sobre las razones que hacen imperativas las respuestas "SÍ" a la Ampliación del Canal. Fue ahí, hace más de 100 años que un diplomático y administrador francés empezó la construcción de nuestro canal. Más de 12 años estuvieron los franceses padeciendo los estragos de las enfermedades fiebre amarilla y paludismo.
El Canal de Panamá es una enorme vía acuática que une dos océanos: Atlántico y Pacífico. Costó más de 400 millones de dólares y pérdidas humanas durante la construcción. Ve usted que el trabajo no es un "caramelito".
He aquí esta sencilla información para que la ciudadanía y el Espíritu Santo (que ayudó) presentando en la televisión a todo un hombre honesto, leal, justo, santo, cuyo criterio levantó los ánimos decaídos. Ese caudillo empresario, el héroe de la patria don Guillermo Quijano: "Soy por convicción un opositor, pero ante el porvenir de la Patria me doblego hacia el "SÍ" compatriotas.
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