El chiquillo de primer grado de la escuela de Parque Lefevre tenía dos días que no asistía a clases.
Eso preocupó a la maestra. Entonces mi mamá, Italia Vaccaro de Ortiz, decidió visitar la casa de Johny.
Se enteró de que estaba enfermo. No era la primera vez que iba.
Tenía la costumbre mi madre y otras maestras "de antes", de visitar las casas de sus alumnos, para conocer a sus familiares y saber cómo vivían.
A mi mamá le preocupaba que sus alumnos no supieran leer "de corrido". Por eso se esforzaba con los niños que leían "cancaneando".
Por ser como fue, mi madre tuvo la satisfacción de que muchos años más tarde, (ya jubilada), algunos adultos la saludaban con respeto. Eran sus antiguos alumnos.
Ahora los tiempos han cambiado. Eso se ve cuando padres de familia llegan al extremo de golpear a educadores.
Ya no hay maestros que vayan a la casa de sus alumnos. No les extrañe encontrar algunos que no se preocupan por dar bien sus clases.
Usted puede ver educadores vestir tan mal, que no parecen ser quienes deben enseñar conocimientos a los niños y jóvenes.
A veces "pierden la paciencia" y les gritan a los niños. O como una educadora de provincia, agarra al niño y lo "jamaquea" para aconductarlo. No importa si le deja moretones en los brazos...
No les extrañe encontrar algunos que disfrutan con los bochinches. Critican la manera de vivir de familiares de sus alumnos, lo que puede afectar las buenas relaciones en el salón.
Ni hablar de educadores que llegan llenos de problemas de sus casas, porque no saben separar su vida familiar del trabajo. Entonces no les extrañe que los alumnos paguen su mal humor...
No hablemos de casos de abuso a menores.
Todo esto ha causado que la imagen del educador se haya deteriorado en los últimos años.
Algunos los ven como perequeros, buscadores de huelgas para no dar clases. No quieren ir a lugares difíciles y sólo desean trabajar en las ciudades.
Siendo honrado debo decir que todavía se puede encontrar por allí educadores "a la antigua". No les extrañe que sus mismos colegas los vean como "bichos raros".
Educar no es una simple manera de hacer dinero y tener estabilidad laboral.
Enseñar es una vocación, un apostolado, algo que debe hacerse con el alma. Reconocemos que los niños de ahora no son como los de hace medio siglo.
No respetan a sus padres... menos a sus maestros. ¡Estamos mal!