El nuevo jefe de la Policía Nacional esbozó al asumir su cargo, lo que será su forma de dirigir al principal estamento de la Fuerza Pública. Para el común del ciudadano, lo que cuenta es la presencia de los uniformados en las calles cumpliendo su labor preventiva.
Por años, salvo en ocasiones especiales como movimientos de protestas como los registrados con las reformas a la ley de seguridad social, la fiesta de fin de año y carnavales, no hay una apreciable vigilancia policial en las calles de Panamá.
Frente a eso, los maleantes hacen fiesta, sobre todo en las noches, donde la vigilancia de la Fuerza Pública es casi nula. La propuesta de Rolando Mirones de dotar del equipo necesario a la Policía, es fundamental. Se requiere de medios electrónicos, sobre todo en las llamadas zonas rojas, para que el hampa sepa que se le está vigilando permanentemente.
Sin embargo, el nuevo director de la Policía no puede darle carta blanca a sus subalternos, porque se puede incurrir en el abuso. Siempre debe haber control en el uso de la fuerza.
De igual forma, Mirones debe entender que una sola golondrina no hace verano. De no sumar al resto del directorio de la Policía, sus esfuerzos para hacer más eficiente a la institución serán inútiles.
Los uniformados que están en la cúpula deben entender que no se puede sabotear a un director civil, porque a la postre, la opinión pública los cuestionará a todos y no sólo al jefe.
Ojalá que con la sangre nueva que le inyecta el nuevo director, la Policía se convierta en una entidad eficiente que cumpla su obligación de brindarle seguridad a los ciudadanos y respetando los derechos humanos.