Brasil celebró ayer un nuevo aniversario de su independencia en 1822, sumergido en lo que muchos califican como la peor crisis política de su historia y en medio de protestas populares.
Varias manifestaciones pacíficas contra la corrupción y la política económica del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva marcaron las celebraciones del Día de la Independencia de Brasil y opacaron los tradicionales desfiles militares.
La serie de manifestaciones opositoras en demanda de mejores condiciones para millones de personas que viven en la miseria se hicieron presentes en unos 20 estados del país y corrieron paralelos a los desfiles de soldados y la exhibición de aviones y tanques, informó EFE.
La principal manifestación fue "El Grito de los Excluidos", organizada por la Iglesia católica, la Confederación Unitaria de Trabajadores (CUT) y el Movimiento de los Trabajadores sin Tierra (MST) en Brasilia y en otras ciudades importantes como Sao Paulo, Río de Janeiro, Fortaleza, Recife y Belem.
RETO PARA LULA
El gobierno del presidente Lula da Silva se ha visto salpicado por una serie de denuncias de corrupción que parecen ir en aumento todas las semanas.
La primera denuncia surgió en junio, cuando el diputado Roberto Jefferson, del Partido Trabalhista Brasileño, habló de la existencia de un esquema de financiamiento ilegal, mediante el cual varios legisladores apoyaban las políticas del gobierno a cambio de dinero.
La comisión parlamentaria que investiga los hechos de corrupción también recomendó destituir a 19 diputados.
Según el politólogo del Instituto Universitario de Pesquisa de Río de Janeiro, Roberto Lessa, la corrupción no es un problema nuevo en Brasil, sino que es algo inherente a la política de ese país en los últimos veinte años.
"El tema de la corrupción es un tema siempre presente en las relaciones políticas, porque el presidente tiene que comprar apoyo en el Congreso para sus políticas, y no sólo para sus políticas, sino para el fortalecimiento de su grupo político y de su propio partidos, " señaló Lessa a la BBC.