Otra vez mi "bocota" me causó problemas en una asociación y ¡no me invitaron más a seguir allí! Resulta que no me gusta callar algunos planteamientos y verdades que considero debo exponer a los demás, aunque no les guste.
Bueno, ya estoy acostumbrado a estas situaciones. Menos mal que pocas veces me llaman a formar parte de concursos, asociaciones, actos, etc. Por lo general, me niego a estar allí para evitarme situaciones delicadas.
Lo que pasó se dio hace muchos años. Fui designado miembro de la Comisión que organizaba la Semana del Libro.
Hay que indicar que antes la actividad de promover la lectura y el consumo de libros duraba toda una semana.
El acto más popular era la Feria, que se efectuaba en parques como el de Santana... ¡con entrada gratis!
También en las escuelas se realizaban concursos, murales, y otras actividades para promover la lectura. De esa manera, la actividad abarcaba mucho más tiempo y tenía diversas acciones, muchas de ellas al alcance del pueblo.
Me atreví a decir en esa reunión que había que impedir que en la Feria del Libro del parque se ofrecieran libros viejos, "que no querían las librerías".
Indiqué que la Feria no debería ser un motivo para que algunas librerías "limpiaran" las bodegas de libros que no pudieron vender.
Lo que no previne fue que varios dueños de librerías formaban parte del comité organizador de esas actividades. Y claro que no les gustó mi observación... y me pusieron en su lista negra.
Pensé en esa anécdota de mi juventud el otro día, al saber del éxito de la Quinta Feria del Libro, realizada a finales de agosto en ATLAPA.
Mucha gente se asombró de la cantidad de niños, jóvenes y adultos que acudieron a comprar libros. Realmente fue un espectáculo de alto nivel. Incluso estuvieron escritores panameños y extranjeros firmando y hablando sobre sus creaciones.
Agradezco a mi padre el haberme permitido desarrollar el hábito de la lectura, desde que estaba en la escuela primaria.
Mi padre era fanático de dos revistas.
Tenía colección de ellas. Mi curiosidad hizo que me asomara a un mundo variado a través de la lectura.
Luego vinieron los libros de la literatura universal y los textos escolares.
Recuerdo que en secundaria junto con Luis Shirley y Adolfo Ahumada juntábamos "cuáras" para comprar obras de los premios Nobel de Literatura.