El arresto de un grupo de menores de edad que -con quién sabe qué propósito oscuro- cerraron la Avenida de Los Mártires e intentaron incitar a los estudiantes del Instituto Nacional a salir en protesta, es un clásico ejemplo de aquellos que azuzan a las multitudes para dizque "luchar por sus derechos", cuando en realidad solo están motivados por intereses personales.
Desafortunadamente, este tipo de gente abunda. Pero gracias a Dios que en este caso los aguiluchos hicieron caso omiso de los llamados al caos que recibieron de estos jóvenes, dos de los cuales ni siquiera eran verdaderos estudiantes del Instituto.
Si los revoltosos estaban actuando de forma individual o había alguien detrás de ellos moviendo los hilos, no se sabe aún. Esto tendrá que ser esclarecido por las autoridades.
Engañar a las masas para utilizarlas en manifestaciones y protestas es una de las más viejas artimañas de los políticos en busca de votos o de desprestigiar a sus adversarios.
Más peligroso aún es cuando se apropian de la bandera de una lucha legítima. Los movimientos y organizaciones de este país deben tener mucho cuidado de que elementos vinculados fuertemente a los partidos políticos se infiltren en sus estructuras. Ya una organización que vela por los derechos de los servidores públicos en este país ha sufrido las consecuencias de esto.
Igualmente, las bases de cualquier organización, sindicato o agrupación deben estar vigilantes de que los fines de sus gremios no queden desvirtuados por el actuar de personas con motivaciones políticas.
Todos tenemos el derecho de manifestar nuestras preferencias políticas y de inscribirnos en el partido que nos de la gana; pero las cosas se dañan cuando la política partidista se convierte en el trasfondo de cualquier lucha, sea ambientalista, de derechos humanos o por la equidad social. Cada cosa en su lugar.
Los grupos cívicos, los sindicatos y las organizaciones con fines sociales y de defensa del ciudadano son entidades necesarias en toda democracia. Todo gobierno necesita contrapesos para que no se cometan abusos.
Pero cuando la política se mete en las estructuras de estas organizaciones, las bases se convierten en títeres para imponer una agenda oculta. Su lucha se desvirtúa y la gente comienza a perder la confianza en ellos.
Ojo con los manipuladores, porque todo el tiempo están acechando a los gremios legítimos.
