Desde hace ya bastante tiempo, en un tabloide que dedica con frecuencia una página a Colón, se ignora sistemáticamente a los personajes municipales y gubernamentales oriundos del interior del país. Suponemos que por no ser colonenses raizales. Por el contrario, son mencionados y elogiados estos últimos aunque hubiesen sido ineficientes y mediocres.
Demostrando poca calidad, los periodistas colonenses se niegan a reconocer sus méritos a funcionarios interioranos que hicieron de Colón su patria chica.
En esta ocasión nos referiremos particularmente al entonces alcalde y gobernador (1940-1941) don Práxedes P. Vásquez, ciudadano tableño para más señas. Entre otras cosas, fue él quien ordenó la confección de los planos para que se construyera el parque 5 de Noviembre. Por su conducto se consiguió con el ejército norteamericano las tiendas de campaña que albergaron a centenares de colonenses víctimas del pavoroso incendio del 9 de abril de 1940. Dirigió la adjudicación de los terrenos que bordean la carretera Transístmica sin apropiarse a su favor ni a sus familiares, un solo metro de tierra. Acabó con la delincuencia haciendo cumplir la ley y se ganó por ello el respeto de la ciudadanía colonense. Recibía entonces órdenes del señor Alcalde, el capitán José A. Remón Cantera, de la Policía Nacional, elegido años después presidente de la República. Ocupó todos los puestos públicos de importancia en la provincia, siempre con la mayor competencia y honestidad, lo que probablemente no era del agrado de no pocos colonenses.
Fue además corresponsal de El Panamá América en Colón por muchos años. Tal era su actitud que al mencionarse su nombre para algún cargo de importancia, algunos comentaban "mejor no pensar en Práxedes, ese no roba ni deja robar". Hecho más que natural en un país de funcionarios pícaros. Al triunfar el Dr. Arnulfo Arias en las elecciones de 1940 se supo que su suegro don Enrique Linares le aconsejó al presidente que nombrara ministro de Gobierno al entonces gobernador de Colón, pero el Dr. Arias nombró al señor Ricardo Adolfo de la Guardia (mejor conocido como el "Cojo") que un año después lo traicionó.
Es bueno hacer estos hechos del conocimiento público no porque nos importe el no reconocimiento de los méritos de mi padre por los periodistas colonenses, sino porque su comportamiento prístino como funcionario público debía divulgarse sobre todo en esa provincia, huérfana desde siempre de hombres de bien, para ejemplo de sus presentes y venideras generaciones. |