ECONOMICAS


Policía de Inmigración deportó a 16.500 trabajadores clandestinos

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EFE

Jerusalén, 31 ago (EFE).- La Policía de Inmigración israelí, creada para la campaña destinada a reducir el número de empleados extranjeros que trabajan clandestinamente en Israel, deportó en los últimos doce meses a 16.500 de ellos, aunque con los que se fueron por su cuenta la cifra se eleva a 50.000, informa el diario Haaretz.

En las últimas semanas los 480 agentes del organismo han logrado infundir tal temor entre los numerosos trabajadores que se ocultan en la clandestinidad, o se marchan para no verse detenidos y humillados por los policías que tienen orden de "tratarlos humanamente".

Una organización no gubernamental (ONG) israelí, Moked, ha denunciado la existencia de "docenas de casos en que esos trabajadores fueron golpeados por la policía y forzados a salir de sus viviendas en medio de la noche", o el caso de otros arrestados en una prisión especial para trabajadores clandestinos, a los que se ha negado el derecho de recurrir a la justicia para impedir su deportación.

Es difícil determinar si los que se marcharon del país lo hicieron porque vencieron sus contratos de trabajo o lo hicieron intimidados por la Policía de Inmigración -según denuncias de organizaciones israelíes de derechos humanos- o por nuevas medidas de ese organismo, que también amenaza a los empleadores locales.

Los empleadores se exponen a una multa doble si proporcionan trabajo a los inmigrantes clandestinos, que desde hace unas semanas es equivalente a 2.000 dólares, y a "problemas con la Dirección Impositiva", según rezan los anuncio publicitarios del Gobierno.

El viceministro de Industria y Comercio, Mijael Ratzon, informó de que, no obstante, hasta fin de este año los permisos de trabajo aumentarán de 88.000 a 95.000 en ramas vitales de la economía como la agricultura, la construcción, y otras industrias como la hotelera y gastronómica, en las que difícilmente hay trabajadores israelíes.

Según cálculos de la Policía Nacional en un informe proporcionado hace dos semanas al Parlamento (Kneset), residen en el país 270.000 trabajadores extranjeros, contratados legal e ilegalmente.

La campaña contra los inmigrantes clandestinos, impulsada por el primer ministro, Ariel Sharón, para reducir desempleo en el país, cumple hoy su primer aniversario, pero no tuvo prácticamente ninguna influencia sobre los índices del paro que afecta a casi 300.000 israelíes.

Se supone que parte de esos operarios, que sustituyeron en los últimos años a decenas de miles de trabajadores palestinos de Cisjordania y Gaza -que por razones de seguridad tenían vedado entrar al territorio israelí- también se marchan por falta de trabajo pues Israel está en la peor recesión de su historia.

Los trabajadores sin contratos -entre ello muchos de los 38.000 latinoamericanos radicados en Israel, en algunos casos con sus familias- atraviesan "días aciagos" y ni siquiera se acercan a las iglesias por temor a ser detenidos por la Policía de Inmigración.

"Lo que se impuso en este último año es un imperio del terror bajo el cual la vida de esos trabajadores se volvió un infierno", según Rebeca Raijman, socióloga de la Universidad de Haifa.

Evitan viajar en autobuses por temor a redadas de la policía, y lo hacen en taxi; viven recluidos en sus viviendas, se privan de contactos sociales después del trabajo, y sólo se animan a salir a la calle en horas de la noche, informó Raijman al Haaretz

 

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