Yo sé que Bayano Kamani no nació en Panamá. Que no estudió en el mismo colegio que yo, como otros deportistas.
Que no sabe hablar español o vivió en Panamá. Que no representa a El Chorrillo, a Torrijos - Carter, Betania u otro barrio.
Sé que Kamani no es reconocido, hasta esta fecha, como otros atletas. Yo sé que Kamani no tiene una sangre 100 por ciento panameña.
Sé que Kamani no sabe lo que es un sancocho, la carimañola, un carnaval en Las Tablas o amanecer en un baile de Sandra Sandoval.
Pero también sé que hoy, a la hora que correrá el muchacho, a las 2:30 p.m., este país, sus pobladores, faltos total de ilusiones deportivas, verán y disfrutarán su carrera.
También sé que la bandera que tiene Kamani en su vestimenta es la de Panamá y que las seis letras que adornan ese nombre son las de mi país.
Sé que Kamani ha dicho en Atenas a todas las agencias de prensa, que se siente orgulloso de representar a nuestro país.
Sé que el padre de Bayano es panameño, así como es mi padre, o el suyo.
Sé que cuando ese muchacho esté por ese minuto en la pista, pase lo que pase, creará comentarios a favor o en contra.
Yo no puedo quitarle la ilusión a ese chico de sentirse orgulloso de la nacionalidad que hereda de su padre.
Kamani le ha dado sabor a las Olimpiadas. Gracias a él los cables de las agencias internacionales bajan titulares con el nombre de Panamá.
Déjenlo correr. Si hubiese perdido en la primera ronda, si se hubiese caído, todos se hubieran burlado y nadie se acordaría de él. Pero este muchacho está compitiendo por nuestro país, eso es noble.
Llegó a una final. Está allí, mejoró su récord. Quién quita que luego de esta participación se acerque más a nuestro país.
Corre muchacho, corre... Ya me imagino esa pista, la línea de partida, con los 8 atletas y todo un país pendiente de ellos.
Déjenlo correr. Sino sería palo porque boga y palo porque no boga... Corre Kamani, Panamá te observará, no es Estados Unidos, ni otro país... Corre carajo... corre...
