CUARTILLAS
Terror

Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
El niño
de ocho años estaba aterrorizado. Se le veía inquieto,
mirando hacia el cielo por las ventanas de su departamento. Cualquier
ruido lo asustaba, y cuando escuchó los truenos, se puso
a temblar.
La madre notó esta situación y comenzó
a conversar con el pequeño. Hablando rápido, tartamudeando
de emoción, el niño se refirió al "fin
del mundo", a la "alineación de los planetas"
y otras tragedias más.
Por la noche el niño no podía dormir bien por
esta preocupación. Poco a poco, la madre se enteró
que en la escuela privada donde estudia su hijo, le habían
llenado la cabeza de temores y miedos.
Resulta que una maestra, tal vez llevada por su fanatismo
religioso, le dijo a los niños de segundo grado que el
fin del mundo estaba cerca. Habló sobre el fenómeno
de la curiosa posición en que estarían los planetas
en esa fecha, lo que para ella significaba que se iba a acabar
el mundo.
Los chiquillos creen en su maestra, porque esto es necesario
para la educación. Por eso se tragaron fácilmente
el cuento que les dijo, sobre la destrucción de nuestro
planeta en pocos días.
"¿Mami, mami, eso es cierto ?", preguntaba
el niño invadido por el miedo a morir y ver destruido
este planeta.
Tuvo la madre que calmarlo; decirle que algunas personas hablan
de esas tragedias que nunca ocurren, pero no fue fácil
convencer al niño.
Siempre decía el pequeño que eso lo había
dicho su maestra, que es una de las mejores de la cara escuela
donde estudia. Por eso su palabra era cierta.
Entonces la madre le dijo al chiquillo que esperaran, porque
ya el día "del fin del mundo" estaba cerca.
Ese día la madre tuvo que cuidar mucho al niño,
quien se mostraba lleno de temores por culpa de su maestra.
¡Pues bien: llegó el día y el mundo no
se acabó!
"Viste, el mundo no se acabó hoy"; le dijo
triunfante la madre esa noche a su hijo, quien no pudo aceptar
que su maestra se había equivocado.
Me imagino la cara que llevó ese día la maestra
fanática, pero tenía su argumento. Para no quedar
como mentirosa ante los niños... se dedicó a leerle
recortes de periódicos y revistas, con las profecías
de Nostradamus sobre el fin del mundo.
Ahora no se refería al mes de julio de este año,
sino al año dos mil. Otra vez la incompetente educadora,
volvió a llenarle la cabeza a sus pequeños estudiantes
de temores y terrores.
Ya veo al pobre chiquillo pensando todas estas semanas en
que se acabará el mundo al llegar al año dos mil.
La madre me dijo que pensaba denunciar a esa maestra por mal
enseñar a los niños, aterrorizándolos sin
ninguna razón.
Pero resulta que este no ha sido el único caso de una
mala maestra en esa cara escuela privada, cuyo nombre me reservo
para no buscarme líos.
Cuando ocurrió la tragedia de la niña que fue
asesinada por su madre en Costa Rica, otra maestra se dedicó
a decirle a los niños lo ocurrido con lujo de detalles.
Los chiquillos no entendían en sus siete y ocho años,
cómo una mamá podía cortarle la cabeza a
su hija, meter los restos en bolsas de plástico, y tirar
el cuerpo a un basurero.
Pienso en el desconcierto y traumas que dejó esa mala
maestra, en las tiernas mentes de sus alumnos de primero o segundo
grado. Según me contaron, en esa ocasión hubo padres
que se quejaron y botaron a esa educadora.
Cuando escuché en días pasados estas terroríficas
historias, pensé que a los maestros sería bueno
hacerles un examen psicológico, antes de darles un empleo.
Si esto se hace para portar un arma, también se justificaría
con quien tendrá la grave responsabilidad de educar a
nuestros hijos.
Menos mal que al lado de estos educadores fanáticos,
hay muchos que cumplen a cabalidad con su deber.
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