SUCESOS

CRIMEN ORGANIZADO: SINDROME DE ESTOCOLMO
Trauma del secuestro, problema público

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Estocolmo
REUTERS

Hace treinta años, un asaltante sueco armado robó la atención del mundo y los corazones de los trabajadores bancarios que tuvo como rehenes por seis días, en un drama que acunó el término de "Síndrome de Estocolmo".

La crisis de los rehenes incidió sobre un primer ministro presionado para ganar las elecciones, la policía ansiosa por obtener su salario del banco asaltado y sobre los periodistas aburridos de filmar la fachada del palacio real donde yacía el rey en su lecho de muerte.

Asimismo, condujo a los psicólogos a identificar un fenómeno en el que los rehenes se vinculan afectivamente con sus captores.

A pesar de las amenazas de muerte efectuadas por el asaltante Jan "Janne" Olsson, los cuatro trabajadores encerrados en la bóveda del banco comenzaron a ponerse de su lado y a criticar a los que trataban de rescatarlos.

El drama, llevado a un filme por la televisión pública para marcar el aniversario, comenzó el 23 de agosto de 1973, cuando Olsson entró al Kreditbanken, un banco en el centro de Estocolmo, con lentes de sol y una peluca afro, pistola en mano.

Disparando al aire, gritó en inglés: "!Está fiesta apenas ha comenzado!".

Olsson, un delincuente insignificante, pidió tres millones de coronas (como dos millones de dólares de hoy), armas, un auto rápido y la liberación de Clark Olofsson, un antiguo compañero de celda. El asaltante amenazó con matar a tres mujeres y un hombre que trabajaban en el banco si no se satisfacían sus demandas.

La policía sacó a Olofsson de la prisión y lo llevó al banco, pero se negó a cumplir las otras peticiones de Olsson, quien sin medios para huir se encerró en la bóveda del banco con Olofsson, y los cuatro rehenes.

CIRCO DE LOS MEDIOS

Las amenazas de violencia instaron al gobierno del entonces primer ministro Olof Palme a intervenir. A tres semanas de una elección general, quería desesperadamente que el drama de los rehenes tuviera un final feliz.

La policía también tenía un particular interés personal, comentó Hakan Lindhe, quien dirigió el filme para SVT. "Sucedió un día antes de la fecha de pago de salarios de la policía, y Kreditbanken era su banco. Así que muchos policías querían un final rápido al conflicto".

Cuando la policía tomó sus posiciones fuera del banco, las cámaras de la televisión que estaban apostadas fuera del palacio real donde agonizaba el rey Gustavo VI Adolfo I. Pero las tomas de la fachada del palacio eran menos interesantes que el drama que se estaba desarrollando en el banco.

Una vez que las cámaras de televisión se trasladaron, el drama atrajo la atención del mundo e hizo que los televidentes enviaran una amplia variedad de extrañas sugerencias a la policía para poner fin al estancamiento.

EL SINDROME DE ESTOCOLMO

Dentro del banco, Olsson hizo varias amenazas para matar a los rehenes y los obligó, de tiempo en tiempo, a ponerse cuerdas con un nudo corredizo en el cuello.

Sin embargo, tras unos cuantos días en la bóveda algunos de los rehenes comenzaron a criticar a la policía por su hostilidad e incapacidad en los esfuerzos para liberarlos.

En una llamada telefónica a Palme, una de las rehenes criticó amargamente al primer ministro y dijo que no tenía nada de miedo a Olsson y Olofsson pero quería liberarse de ellos.

Esta reacción pronto se denominó el "síndrome de Estocolmo", que los psicólogos describen como un mecanismo de defensa que los prisioneros usan consciente o inconscientemente para tratar de lidiar con la situación y evitar el daño.

"Es una estrategia de sobrevivencia (...) construir esta conexión. Si hay una conexión, le será más difícil al transgresor cumplir sus amenazas", dijo Magnus Lindgren, investigador del Consejo Nacional de Policía de Suecia.

Sin embargo, Lindhe dijo que a los rehenes realmente les llegó a simpatizar Olsson quien los amenazó todo el tiempo.

"El concepto completo del 'Síndrome de Estocolmo' fue un medio que usó la policía para explicar al público por qué los rehenes dieron una versión totalmente diferente de la historia de la policía, de que Janne y Clark eran como un tipo de bestias, totalmente inhumanos", dijo.

La policía hizo un orificio a través del techo de la bóveda del banco y echó gas al interior. Olsson se rindió y los rehenes, todos ilesos, fueron liberados.

En la actualidad, dos de los cuatro empleados retenidos por Olsson todavía trabajan en el banco, el otro se convirtió en psicoterapeuta y la cuarta persona se cambió de nombre y lleva una vida confidencial.

Olofsson regresó a su carrera de delincuencia y está en una cárcel danesa por tráfico de drogas.

¿Y qué pasó con Olsson, quien después del robo expresó que sólo soñaba con una vida simple en una cabaña en el bosque y una esposa?.

Olsson permaneció ocho años en prisión por su agresión, su último delito, y ahora administra un supermercado en Bangkok, donde vive con su familia.

PREVENCION

Para detectar y diagnosticar el síndrome de Estocolmo, se hacen necesarias dos condiciones:

Que la persona haya asumido inconscientemente, una notable identificación en las actitudes, comportamientos o modos de pensar de los captores, casi como si fueran suyos.

Que las manifestaciones iniciales de agradecimiento y aprecio se prolonguen a loo largo del tiempo, aún cuando la persona ya se encuentra integrada a sus rutinas habituales y haya interiorizado la finalización del cautiverio.

Es importante que no sólo la persona secuestrada sino su familia, puedan reconocer lo que les está sucediendo y entiendan tanto emocional como racionalmente cuales son las posibles reacciones, que surgen como respuestas a un evento avasallador.

Reacciones como el mal llamado "Síndrome de Estocolmo", comprendidas y manejadas con ayudas profesional, pueden ser superadas.

 

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