Michael Castillo, quien reside en el apartamento 3 de La Renta 10 en el Marañón, pasó el susto de su vida.
Ayer, a eso de las 2:00 de la madrugada, estaba frente a la televisión y el estómago le habló. ¡Tenía hambre!
Decidió calmar aquel repentino apetito y se dispuso a freír un bistec.
Dejó aquel suculento alimento en la estufa y se acostó en el sillón para seguir observando la tanda del trasnochador. Pero el sueño o el cansancio pudo más que él y se quedó dormido, mientras que al fondo, en la cocina, el aceite ardiente hacia de las suyas con el bistec.
El calor se apoderó del sartén y por matemática o por química se encendió la cortina de la cocina, y poco a poco las llamas amenazaban con llevarse todo.
No obstante, la rápida acción del propio Michael, vecinos y el Cuerpo de Bomberos, impidieron que la situación trascendiera a mayores.
El afectado manifestó su estado emocional. |