Nadie nunca ha dudado que las comparaciones sean bien vistas, sin embargo -como en todo- hay excepciones de las cuales nos 'agarramos' para poner en perspectiva lo que tenemos en mente, y aunque a los más quisquillosos no les va a gustar esto que voy a decir, para mí resulta una realidad.
En los tiempos del General Torrijos (q.e.p.d.), este ejercía un gobierno del tipo ¡HÁGASE!, lo cual no podía ser de otra manera... era un militar disciplinado y acostumbrado a que las órdenes fuesen cumplidas y no cuestionadas, porque en vez de mucha retórica, el General quería y ¡exigía! soluciones 'ipso facto'. De hecho, si una comunidad le pedía un puente (sin que en ella existiese un río), el "viejo" ordenaba que se hiciera no solo el puente, sino también "el río. No obstante, el General reconoció que el pueblo no estaba preparado para la rapidez con que él quería que se hiciesen las cosas.
Hoy, como un clon, aparece el "enzapatilla'o", gobernando con el mismo estilo que Torrijos, solo que lo de Martinelli está ocurriendo en otros tiempos y bajo otras circunstancias. Y si el desaparecido General exigía respuestas, hoy el presidente Martinelli, como empresario, también acostumbrado a dar órdenes, se empeña en esas mismas exigencias... Así, colegimos que el mandatario detesta las candilejas bajo las cuales algunos de sus colaboradores (léase ministros, directores, etc.) les gusta ubicarse, y por esta razón, el presidente hace público su disgusto cuando reconoce - y acepta - que "su gente" se está quedando rezagada al no poder sostener la velocidad de marcha que él quiere imprimir a su gestión.
Por todo esto, este columnista opina que comparar al presidente Martinelli con el General Torrijos Herrera, en eso de gobernar, no debe ofender ni molestar a nadie, porque los dos son individuos que "no le quitan el pie al acelerador". ¡Au Revoir!