La alegría vuelve al corazón. Fue revivir los más bellos momentos de una joven y hermosa nación. Y así fue, gracias al deporte, ayer vivimos una de las alegrías más grandes de la historia panameña.
No sólo porque pasaron 60 años desde la última vez que ganamos una medalla olímpica, si no porque está es de oro y gracias a ello hoy se escuchará el himno nacional y lo escuchará el mundo entero.
Un total de 204 naciones verán nuestra bandera subir hasta el cielo, gracias a Irving Saladino, campeón de campeones, uno de los más grandes atletas que han nacido en esta patria.
Saladino ya es héroe de este país, donde su nombre queda guardado entre los más grandes de la historia para esta nación.
Esto no fue por una casualidad, es producto de un trabajo científico y planificado, como todo en la vida, el éxito no cae del cielo, hay que salir a buscarlo y trabajar por él.
Porque Saladino nunca dudó de su éxito, fue el mejor, el hombre nacido de un país tan pequeño tapó bocas y puso a Panamá por delante de grandes y poderosas naciones.
Panamá hoy se yergue orgulloso de su campeón, de su medalla histórica, de esta gran felicidad que hoy nos inunda el corazón, gracias Saladino, esta nación quiere demostrarte su agradecimiento.
Gracias, buen hijo, soñador de soñadores, hijo de Colón, hijo de Panamá, hijo de tu patria. Los medios no tenemos forma de plasmar tanta grandeza. Porque una medalla olímpica no tiene precio, no tiene forma de comprar, ni por imposición o deseo. La medalla olímpica se gana con sudor, con esfuerzo, con sangre.
Hoy todos celebramos, en esperar que llegue el atleta a nuestro suelo, para juntos cantar: alcanzamos por fin la victoria.