FAMILIA
Narcóticos Anónimos

Joaquín Arias
Si lo olvidamos, rápidamente nos vemos sujetos a los mismos patrones de pensamiento y acción que fueron los que al final nos llevaron al Programa. Nuestras creencias y entendimiento de las cosas se ven redefiniendo hasta el punto de que nuestra mayor necesidad se hace obvia; consiste en conocer la voluntad de Dios para con nosotros y en tener la fortaleza para aceptarla. Somos capaces de dejar aparte diversas preferencias personales nuestras en caso necesario, a fin de satisfacer dicha necesidad, puesto que aprendemos que la voluntad de Dios incluye precisamente aquellas cosas que más no importan. La voluntad de Dios para con nosotros pasar a ser nuestra propia y verdadera voluntad. Esto sucede de uan forma intuitiva que no puede explicarse adecuadamente en palabras. Asimismo cambiamos en el sentido de dejar que otra gente sean tal y como son, sin necesidad de que les juzguemos nosotros. También, esas prisas de siempre hacer las cosas ya, van desapareciendo. No éramos capaces de cabalmente entender lo que significaba aceptación al principio, pero ahora sí lo somos. Sabemos que, sea cual fuere lo que nos trae el día de hoy, Dios nos proporciona todo lo preciso para nuestro bienestar espiritual. Nos es perfectamente lícito admitir que somos impotentes, porque Dios es suficientemente poderoso como para ayudarnos a permanecer limpios y a distrutar de nuestro progreso espiritual. Dios nos ayuda a conservar nuestra casa en perfecto estado. Empezamos a ver cada vez con mayor claridad lo que está sucediendo y, a través de un contacto constante con nuestro Poder Superior, recibimos respuestas a nuestas súplicas y adquirimos mayor habilidad para llevar a cabo lo que antes nos resultaba imposible. Respetamos las creencias de otros. Te incitamos a buscar fortaleza y orientación de acuerdo con las creencias que tú personalmente puedas tener. Agradecemos este paso porque empezamos a obtener lo que más nos conviene. A veces, nuestras súplicas anteriores eran hechas de tal modo que caíamos en la trampa de tener que tragar lo pedido, al recibirlo y después, nos gustara o no. Es decir, debíamos rezar ulteriormente para que desaparecieran cosas que no podíamos manejar bien. Esperemos que, al haber visto el poder y la responsabilidad que la oración conlleva, utilicemos el Undécimo Poaso como guía de nuestro Programa diario. Empezamos a rezar pidiendo sólo conocer la voluntad de Dios. Así sólo recibimos lo que podemos manejar. Podemos responder bien y manejarlo porque dios nos ayuda a estar preparados. Algunos simplemente usamos palabras propias para agradecer la gracia de Dios. Con esta actitud de rendición y humidad, trabajamos este paso una y otra vez a fin de recibir el don de conocer y de fortalecernos de Dios, tal como lo concebimos. El Dédimo paso despeja errores del presente para poder trabajar este paso.
|