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En Panamá ha tanta libertad que hemos escuchado decir al dirigente transportista Lionel Broce que la huelga es un asunto democrático, porque el que quiere participar en ella se suma y el que no, puede ofrecer el servicio. "La huelga no es contra los usuarios", afirmó.
Los grupos de presión que realizan actividades que perjudican a terceros, las actividades delictivas como el tráfico de sustancias ilegales, los asaltos, robos y situaciones de intolerancia conducen siempre a la violencia, en una sociedad que ya se ha desencantado de un sistema que confunde la libertad con el libertinaje.
Nadie se explica por qué se organiza un paro del transporte poco tiempo después de la llegada de un nuevo gobierno que ha prometido durante su campaña electoral mejorar este servicio, insostenible ya desde todo punto de vista en un país que avanza hacia el desarrollo.
La única explicación que podemos encontrar es la existencia de un trasfondo en el que podrán encontrarse los lazos existentes entre quienes dirigen esta actividad y los políticos, los pandilleros que invierten en el transporte para hacer circular de manera legal sus recursos.
El gobierno tiene que profesionalizar el transporte y sacar la política de esta actividad que se maneja como un frente que reacciona cuando son descubiertos casos de corrupción de quienes administraron el gobierno.
Si seguimos la cronología de una conspiración, se inició con movimientos de empleados públicos, la situación el barrio de El Chorrillo y ahora continúa con el transporte, que trata de obligar al gobierno a negociar con la cúpula opositora.
Si el gobierno acepta el diálogo con quienes llevaron la administración pública al despeñadero, es mejor que nos despidamos de la idea de tener una democracia robusta y equilibrada, porque los dirigentes como Broce han perdido la perspectiva y caen en el cinismo cada vez que hacen uso de la palabra en los medios de comunicación.
En Panamá, la resistencia de una cúpula relacionada con la corrupción gubernamental y la narcopolítica, busca por todos los medios establecer acuerdos con el actual gobierno, una constante en la democracia panameña de los últimos años y un ejemplo de esto es lo que se conoce entre la población como el pacto MAMI.
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