TEMAS DE ACTUALIDAD
Una realidad diferente

Dr. César Quintero Sánchez
médico
La vida republicana en nuestro istmo ha transitado a lo largo de 96 años por períodos marcadamente diferentes. La sucesión planificada de los gobiernos de turno validados por nuestros amigos del norte, era el método aceptado por la sociedad panameña hasta 1968. En varias ocasiones y a pesar de los gringos, un líder autocrático pero con clara visión nacionalista lograba irrumpir en el escenario, pero era como una estrella fugaz, que al parecer todo el mundo las admira, pero rápidamente se desvanecen. De pronto se gesta un movimiento de rebeldía desde el seno de los uniformados, que se convierte en golpe de Estado y que se reorienta bajo la conducción de Omar, en beneficio de los estratos más humildes de nuestra Nación y quien al parecer lo único que sustrajo y acumuló fue el cariño del pueblo. Y esto sucedió quizás, porque nunca tuvo la pretensión de transformar la sociedad o asegurar la gobernabilidad en el próximo milenio, si no tan sólo el ir construyendo caminos de solidaridad humana y desarrollo integral a medida que iba fundiendo su programa de gobierno, con las necesidades de los profesionales, los obreros, los estudiantes, los campesinos, en fin con los descamisados, claro está sin olvidar a los dueños de los medios de producción, quienes al parecer permanecían satisfechos. Sin embargo, otra realidad será la que predominará en nuestro país durante el próximo siglo. El pueblo ha hablado alto y claro en las últimas tres consultas nacionales que se han realizado en 1994, 1998 y 1999. Esta gran mayoría silenciosa le ha demostrado hasta el cansancio a los candidatos de todos los estamentos electorales, que lo que ella ansía es un gobernante que venda esperanzas y que en todo momento en el ejercicio del poder, procure el bienestar integral para los tres millones que pueblan nuestro istmo no tan sólo para los 600,000 (20%) que poseemos el 65% de toda la riqueza nacional. Doña Mireya y el arnulfismo supieron captar con su mensaje electoral algo de este inmenso caudal de voluntades, que permanece soltero de compromisos partidarios, en espera paciente de renovados compromisos de redención. Lamentablemente el PRD, socialdemócrata en su concepción original no ha tenido el valor de reorganizarse no sólo para retomar el poder luego de la cruenta invasión de1989, sino para permanecer como custodio del cariño y del favor electoral de las grandes mayorías que ahora lo identifican como un partido de propuesta neoliberal, alejado de los que menos tienen. Puede ser que los que vemos la corrida desde la barrera, estemos equivocados al juzgar como totalmente inoportunas algunas medidas que se tomaron durante este gobierno sin el suficiente consenso y gradualidad y que afectaron al común de los ciudadanos en los sectores de la salud, la educación, el agropecuario, los servicios públicos, la relación laboral, la canasta básica, etc., etc. Sin embargo los procesos se miden por los resultados finales. Y el que tiene la cinta métrica es el ciudadano común, quien pertenece en un 80% a las clases media y baja. Es decir actualmente y en aritmética simple, en este país hay alrededor de 1.5 millones de votos de los 1.8 que hay en total, quienes seguirán eligiendo a sus gobernantes de acuerdo a cómo se identifican las propuestas electorales con sus realidades cotidianas, lamentablemente no en términos de miles de dólares sino de centavos. Recordemos que tan sólo 0.7 millón de personas pertenecen a algún partido político, por cualesquiera motivación pragmática. Considerando todo lo anteriormente señalado, es que me atrevo a expresar que nuestro pueblo anda en busca de un ente político que se identifique plenamente con sus necesidades básicas e incorpore en sus plataformas y propuestas la solución de las mismas. En este camino el arnulfismo ha partido por delante, el PRD dependerá de la valentía de sus nuevos dirigentes de renovarse a profundidad o anquilosarse y el resto de las tendencias políticas, tendrán que poner en juego una inédita capacidad de negociación e inteligencia para lograr consolidar un nuevo cuerpo político con estas características y cualidades. Estaremos observando el por-venir, en donde nadie nos obliga a tomar o no el camino del éxito, como siempre todo dependerá de nosotros mismos, entendiendo finalmente que nuestros adversarios en cualquiera esfera de esta sociedad civilizada no son nuestros enemigos y que en este país que nos pertenece a todos, nadie tiene el patrimonio de la verdad.
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