INQUIETUDES
Generación de relevo
Los periodistas no deben permitir que les castren
sus rebeldías
Antonio Díaz
Crítica en Línea
Creo, sin temor a equivocarme,
que soy actualmente el decano de los directores de los medios de comunicación
en el país. También el periodista más antiguo de la
Editora Panamá América y, por ende, el único que ha
trabajado en las tres sedes de la Editora: en calle H, en la Vía
Fernández de Córdoba y en la Avenida Ricardo J. Alfaro.
A veces, siento nostalgia cuando veo que no me queda ningún compañero
o colega de la época en que me inicié en el periodismo, en
noviembre de 1961. El único contemporáneo conmigo es Mario
Molina, el Jefe de Deportes, que lo conocí en 1966 cuando era editor
de cables en El Panamá América.
El periodismo se está nutriendo de sangre joven. Hay una evidente
generación de relevo que ejercerá el periodismo en propiedad
en el nuevo milenio porque a la juventud pertenece el futuro del mundo.
Pese a que estamos en la era de la computadoras y la transferencia de
tecnologías, la juventu talentosa de este momento tendrá que
mirarse en el espejo de la formación empírica de los colegas
que les antecedieron y que trabajaron y desarrollaron una mística
en esta profesión.
Con todo el modernismo de ahora, los periodistas de vocación tendrán
que aceptar que en este trabajo se sabe cuando se entra pero no cuando se
finaliza labores. Un periodista es por siempre un comunicador y a tiempo
completo, es decir, 24 horas. Tendrá que comprender que el facilismo
que les da una grabadora portátil no les da una credencial de periodista.
El periodista del año dos mil, en un mundo globalizado y competitivo,
tendrá que estar en constante suoeración. Y va a tener que
fortalecer sus conocimientos de cultura general, geografía, historia,
ortografía, gramática y literatura universal. Noten que ante
estas limitaciones que exhiben algunos periodistas jóvenes, algunos
medios están contratando la experiencia de comunicadores para que
asesoren a los pinos nuevos.
En este mercado laboral, algunas empresas periodísticas optan
por lo más facil y contratan ventajosamente a periodistas de otros
medios que son buenos prospectos. Aquí en Crítica les han
hecho tentadoras ofertas a colegas que han emigrado finalmente a otras toldas,
después de haberse formado en el "barco escuela" que es
Crítica, el diario de mayor circulación. Esto que se conoce
de fuga de talentos se ha convertido en algo normal y estamos acostumbrados
a ello. Todavía hay una cantera inagotable de buenos periodistas
por pulir, ya que las universidades no los entregan como un diamante en
bruto, pero se pulen en las redacciones y en el trabajo de reporteros en
las calles.
Algunos paramétros tienen que cambiar en el periodismo, Por ejemplo:
los que creen que sólo dando "plomo" son buenos periodistas
y que sólo buscan lo negativo en la noticia; los chantajistas que
ofenden la profesión y los intelectuales baratos que se convierten
en peseteros de los medios. El periodismo tarifado denigra porque terminan
manipulando al periodista.
Los que forman periodistas en las universidades antes de entregárselos
a los medios deben inculcarles que la estulticia no cabe en la profesión.
Y los periodistas no deben permitir que les castren sus rebeldías.
Pueden ser agresivos, toleranres, valientes, sin claudicar de sus principios.
Creo en la juventud y por eso exhorto a mis futuros colegas que no sean
parte de las juventudes exhaustas que cegadas por un espejismo se apartaron
del camino justo sin ver la verdadera meta.
El periodismo es un sacerdocio, con más sinsabores que satisfacciones,
pero ese camino de espinas nos redime cuando levantamos el alto el estandarte
de la libertad de expresión.

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