FAMILIA
El cigarrillo me robó la voz (I Parte)
Francisco Soper
Nada tan terrible o frustrante
me había sucedido- o me sucederá- como el sólo pensar
que perdería mi voz. ¡No podía ni siquiera imaginarme
que podría hablar de nuevo sin mis cuerdas vocales! ¡Esto sencillamente
me abatió!
Trabajaba como policía en la ciudad de Newark, Estado de Nueva
Jersey, cuando me di cuenta que sufría de la garganta, Tenía
33 años de edad y manejaba una radiopatrulla.
Comencé a sufrir de ronquera y visité al médico.
La consulta fue rápida, y el médico me recetó una medicina
para que mejorara en pocos días la inflamación de mi garganta.
Pero como no mejoré, el médico me envió a un especialista,
el cual ordenó que me hicieran una biopsia. Resultado? Tenía
cáncer en las cuerdas vocales, lo cual exigía una operación.
Esto sucedió hace 27 años, cuando aún se conocía
poco de los daños del cigarrillo. Creo que inconscientemente yo anhelaba
algo que ahora se procura antes que todo lo demás: un diagnóstic
o a tiempo; pues tan pronto como me sentí ronco busqué la
ayuda médica.
Pregunté al médico cuál era, a su juicio, la causa
del cáncer que yo sufría. Aun cuando esto sucedió hace
27 años, él ya sospechaba la posible causa. Durante quince
años me había fumado diariamente una cajetillas de cigarrillos.
Para mi médico aparentemente no había duda de que el cigarrillo
era la causa de mis sufrimientos.
Repito: aún no se conocía mucho en cuanto a los daños
del tabaco contra la salud, especialmente su relación con ciertos
tipos de cáncer; y por esto pregunté al médico, en
forma específica, cómo podría llegar a semejante conclusión.
"Bueno -me respondió-, porque fumar en pipa ya ha producido
cáncer en la boca, los labios y en la lengua". Su respuesta
fue firme, enfática. Me aseguró que el tipo de cáncer
que yo sufría, y otros más en el área bucal, eran causados,
"sin duda alguna", por los efectos del tabaco. Y yo -repito- era
un fumador empedernido.
Recuerdo muy bien aquellos momentos desesperantes antes de mi operación:
desde la biopsia hasta los tres interminables días después
de que fijó la hora de mi operación y fui llevado al pabellón
de cirugía.
Me dormí hablando. Pero no fue nada agradable sentir y ver los
tubos plásticos que había en mi nariz cuando desperté.
Largos vendajes y equipo médico me cubrían y rodeaban por
todos lados. Mi frustración llegó al máximo cuando
me di cuenta que ya no podía comunicarme con palabras. Fue un golpe
terrible para mí. Aún era joven; estaba casado, y tenía
dos niños.
Pensamientos inquietantes cruzaban por mi mente: Sería capaz de
asumir las responsabilidades de esposo, de padre, de sostener mi hogar,
de tomar decisiones? Tales preguntas etan difíciles de responder.
Pero me encontraba en un callejón sin salida... por lo menos aparentemente.
Generalmente la gente no piensa en el mecanismo que produce su voz. Sencillamente
llena sus pulmones de aire, lo fuerza a través de sus cuerdas vocales
y se produce el sonido. Es algo automático. Pero con la LARINGOSTOMIA
es muy diferente: ya no respiramos por la nariz o la boca, sino por medio
de una abertura permanente en la laringe, que se proyecta hacia afuera por
delante del cuello.


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