EDITORIAL
No estamos preparados para desastres
Pasó. Por más que se cacareaba el tema y, a pesar de que la naturaleza es impredecible, lo de ayer fue como una advertencia que nos abre los ojos para reflexionar y reconocer que en realidad no estamos preparados para enfrentar un desastre natural.
El fuerte sismo que se sintió con fuerza en la provincia de Chiriquí, específicamente en el distrito de David, es una muestra más de que se hace necesario la creación de un organismo que involucre a los estamentos de rescate, hospitales y medios de comunicación.
A pocas horas, sólo se especulaba de la situación en la provincia. No existió una voz que dibujara la realidad de la situación. No hubo coordinación y lo demás corrió por cuenta de la imaginación de los de acá, al conocer el efecto que pudo haber causado el movimiento sísmico con grado 6 en la escala Ritcher.
No es lo mismo un simulacro que la realidad, donde ocurren eventos como la falta de energía eléctrica y de una comunicación telefónica alterna.
Por poseer Panamá una sola línea de transmisión de energía eléctrica, se corre el riesgo de afectar al resto del país. Algo igual ocurrió con la comunicación: la saturación afectó el sistema.
Estos puntos, más en contra que a favor, son elementos que deben tomarse en cuenta al momento de adoptar una verdadera política antidesastre, tal como lo hacen otras naciones vecinas.
Por lo menos se conoce que dentro de los megaproyectos ya se construye otra línea de transmisión eléctrica que alimentará al país desde la hidroeléctrica Estí, pero en cuanto a la comunicación, existen al menos tres vías para no perder contacto: las microondas, el satélite y la fibra óptica.
Es tiempo para que este gobierno, ya sea hoy mismo o en las próximas horas comience a pensar en serio que los panameños deben ser guiados cuando de estos eventos naturales se trata, pues ayer el caos se apoderó de la población chiricana.
Siempre será bueno, aunque sea repetitivo, enseñar que cuando la tierra tiembla hay que guardar la calma e impedir cualquier situación de pánico; salir ordenadamente y paulatinamente de las casas o edificios; apagar cualquier posible fuente de incendio; localizar daños estructurales que puedan colapsar; desconectar fuentes de gas y agua; utilizar zapatos de suela gruesa para proteger de los objetos cortantes, alejarse de las construcciones dañadas y mantenerse informados con los reportes de los medios de comunicación, entre otros.
El sismo de ayer, aunque gracias a Dios no se registraron víctimas fatales, es una llamado de advertencia. Es una oportunidad más que nos obliga a unirnos como nación, con al fin de buscar esquemas de trabajo en equipo, sin importar la marca política de la frente o del bolsillo. Esto es en serio porque quien quita que no haya otra oportunidad para contarlo.
PUNTO CRITICO |
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