EDITORIAL
Ley sobre textos escolares
El conocimiento no tiene fronteras, por eso algunos sectores están objetando el proyecto de Ley 128, que regula el uso de los textos escolares y han solicitado al Ejecutivo que vete esa iniciativa aprobada por la Asamblea Legislativa.
Aunque el proyecto tiene un propósito noble: proteger a los autores nacionales, el mismo limita la labor de enseñanza en las escuelas y colegios, ya que prácticamente condiciona la selección de los textos a la nacionalidad de los autores, en vez de resaltar la calidad de éstos. En la llamada aldea global en la que se ha convertido el mundo, es inconcebible que se establezcan limitantes a la importación de libros, lo cual además contradice los acuerdos pactados por el país con la Organización Mundial de Comercio y las proyecciones para incursionar en el Area de Libre Comercio de las Américas.
Panamá, geográficamente pequeño pero de amplias fronteras culturales por su posición, debe mantener las puertas abiertas no sólo a la globalización en el marco económico, sino también en el marco de la sabiduría y la cultura. En este renglón los libros juegan un canal importante de transmisión del conocimiento. Está por comenzar una feria internacional donde se explayarán obras de ilustres escritores a nivel internacional, donde una vez más quedará de manifiesto que el compartir e intercambiar experiencias y realidades engrandece el entendimiento. Pero al mismo tiempo, está en tapete la propuesta de limitar los textos escolares de autores extranjeros.
Sin menospreciar lo propio en literatura, un aporte foráneo en el sector educativo, contribuiría a engrandecer el conocimiento de los muchachos, docentes y todo interesado. Tomar como ejemplos escritores duchos también ayudaría a complementar los esfuerzos propios por ofrecer un texto de primera, y a la vez, elevaría el nivel de competitividad en las letras nacionales.
Algunos argumentos sobre la falta de conocimiento en el terreno, por ejemplo en historia patria, son válidos, pero los niveles educativos en otras sociedades son diferentes a los de Panamá y pueden enriquecer la enseñanza nacional. Así como Panamá mantiene sus puertas abiertas al mundo, debemos tener esa amplitud para aceptar modelos de crecimiento intelectual-educativo a fin de formar mejores hombres y mujeres.
No se pueden hacer leyes protectoras, lo mejor es fomentar la calidad. Sin duda que un buen texto que se adquiere a un precio accesible, tendrá gran acogida en los planteles. Calidad es lo que se quiere y por eso es que debe pelear. Al mismo tiempo objetamos que los colegios particulares establezcan monopolios con determinadas casas editoras para adoptar determinados textos escolares y en eso deben estar alertas el Ministerio de Educación y la CLICAC.
PUNTO CRITICO |
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