Un narcotraficante que había sido condenado a 10 años de prisión, siguió controlando una red internacional de la droga usando un teléfono celular desde su celda cerca de Doncaster, Inglaterra, según medios de comunicación ingleses.
George Moon, de Liverpool, hacía pedidos "expresos" de cocaína 100% pura para ser pasada de contrabando a Gran Bretaña e Irlanda, a través de Sudamérica.
Se estima que el 77% de la droga era enviada de Panamá y Venezuela hacia el Reino Unido y República de Irlanda.
El hombre, de 62 años, coordinó la operación usando un teléfono móvil y dos tarjetas de Sim que él mantuvo ocultos en su celda en HMP Lindholme.
Moon hizo cientos de llamadas a sus conexiones en el extranjero, así como a los miembros de la banda en Inglaterra e Irlanda para lo cual camufló el teléfono en una maquinilla de afeitar.
El narcotraficante pedía que la carga fuera entregada de Panamá a direcciones en Cork, República de Irlanda, y luego trasladada al Reino Unido por miembros de la organización.
En una requisa efectuada por los oficiales de la Agencia Contra el Crimen Organizado (SOCA) en conjunto con la Policía irlandesa, se le encontró el teléfono y las tarjetas de Sim. Los oficiales también hallaron un cuaderno que contiene los números de teléfonos de otros miembros de cuadrilla y de su contacto en Panamá.
Moon se declaró culpable de cuatro cargos, incluyendo conspiración para importar droga al Reino Unido y a República de Irlanda, además, de contrabando de droga en HMP Lindholme y el contrabando de piezas de teléfonos celulares en la prisión.
También Antonio Parry, de 39 años, admitió formar parte de la conspiración para importar la droga al Reino Unido e Irlanda, mientras que Lee Standeven, de 24, admitió el contrabando de equipo de teléfonos móviles y drogas en Lindholme.
Las restricciones informativas fueron levantadas cuando otro miembro de la banda, Abid Latif Hussain, de 22, fue declarado culpable por conspiración.
Leo Morgan, el contacto de la banda en Sudamérica, fue condenado a diez años de cárcel en Panamá por delito de narcotráfico.
La investigación comenzó en el 2008, después de que alguien dentro la prisión se pusiera en contacto con la Policía.
El caso destaca el problema de cómo los teléfonos son usados por prisioneros, y las autoridades luchan para limitar su empleo. La Policía ha hablado de montar un bloqueo sobre todas las llamadas que se realizan dentro de las prisiones, sin embargo, la medida afectaría otras llamadas que se realizan desde la prisión.
La Policía asegura que muchos teléfonos son lanzados por las paredes a los prisioneros, mientras que otros son pasados de contrabando por los visitantes, por el personal de la prisión y por contratistas.
Bill Hughes, director de la Policía, dijo: "Sabemos que los criminales de carrera como George Moon buscan cualquier modo de seguir sus actividades ilegales, aún dentro de la prisión".