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Los últimos días han demostrado de qué material están hechos los políticos nuestros. Quienes se han sorprendido lo han hecho porque no conocen la historia de los partidos y movimientos políticos imperantes durante la vida republicana y mucho antes. En la gran mayoría de los casos, el elemento esencial ha sido la fatal mentira.
Las traiciones, las inconsecuencias, la hipocresía y el dolo son la constante en la práctica política. Quienes se declaran de izquierda o de derecha o de centro, han sido incapaces de mantener sus ideologías, y rompen sus lazos y principios en el momento justo que le ponen por delante alguna prebenda.
Peor aún son aquellos que hacen promesas tras promesas y no cumplen ninguna, y si cumplen, lo hacen exigiendo a sus electores o "amigos" un alto precio. En la política no existen lealtades ni la amistad. Lo que abunda es el interés coyuntural, la improvisación buscando beneficios propios, la mentira.
Así es la gente que domina las instituciones de poder. ¿Cómo, entonces, tienen moral para reprimir la delincuencia o al estudiante vándalo? Si se hila delgado, el descalabro y la violencia empiezan cuando el pueblo ve a sus líderes viviendo del engaño, el egoísmo y la rebusca. |
